Page 224 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 224
Heathcliff se marchó al salón y permaneció sentado. El señor
Linton recurrió a mí, y entre los dos, con grandes esfuerzos,
logramos reanimar a Catalina. Pero había perdido la razón
completamente: suspiraba, emitía quejidos inarticulados y no
reconocía a nadie. Eduardo, en su ansiedad por su esposa, se
olvidó de su odiado rival. Aproveché la primera oportunidad
que tuve para ir a rogarle que se fuese, afirmándole que
Catalina estaba un poco repuesta y que a la mañana siguiente
le llevaría noticias suyas.
—Saldré de la casa —dijo él—, pero permaneceré en el jardín. No
te olvides de cumplir tu palabra mañana, Elena. Estaré bajo
aquellos pinos; tenlo en cuenta. De lo contrario, volveré, esté
Linton o no.
Echó una rápida mirada por la puerta entreabierta de la alcoba,
y al comprobar que, al parecer, yo no había faltado a la verdad,
se fue, librando a la casa de su perniciosa presencia.
224