Page 223 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 223
—¡Maldito imbécil! Ya ha llegado —exclamó Heathcliff
dejándose caer otra vez en la silla. —¡Calla, Catalina! ¡Calla,
alma mía! Si me matase ahora, moriría bendiciéndole.
Y volvieron a unirse en un estrecho abrazo. Sentí subir a mi amo
por la escalera. Un sudor frío bañaba mi frente. Estaba
horrorizada.
—Pero ¿es que va usted a hacer caso de sus delirios? —dije a
Heathcliff fuera de mí. — No sabe lo que dice. ¿Es que se
propone usted perderla aprovechando que le falta la razón?
Levántese y márchese inmediatamente. Este crimen sería el
más odioso de cuantos haya cometido usted. Todos nos
perderemos por culpa suya; el señor, la señora y yo.
Grité y me retorcí las manos con desesperación. Al oírme gritar,
el señor Linton se apresuró más aún. No dejó de aliviar un tanto
mi turbación al ver que los brazos de Catalina, dejando de
oprimir a Heathcliff, caían lánguida— mente y su cabeza se
inclinaba con laxitud.
«Se ha desmayado o se ha muerto —pensé. Mejor. Vale más
que muera que no que siga siendo una causa de desgracia
para todos los que la rodean» Eduardo, pálido de estupor y de
ira al divisar al inesperado visitante, se lanzó hacia él. No sé lo
que se proponía. Pero Heathcliff le detuvo en seco poniéndole
entre los brazos el inmóvil cuerpo de su esposa.
—Si no es usted un demonio —dijo Linton—, ayúdeme primero a
atenderla y ya hablaremos después.
223