Page 241 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 241
Heathcliff. Mientras yo reflexionaba sobre estos temas, el cristal
de la ventana saltó en pedazos, y a través del agujero apareció
el negro rostro de aquel hombre. Pero como el marco era
demasiado estrecho para que pasase, sonreí, pensando que me
hallaba a salvo de él. Heathcliff tenía el cabello y la ropa
cubiertos de nieve, y sus dientes, agudos como los de un
caníbal, brillaban en la oscuridad.
»—Ábreme, Isabel, o te arrepentirás —rugió él, bufando, como
decía José.
»—No quiero cometer un crimen —repuse. —El señor Hindley te
espera con un cuchillo y una pistola.
»—Ábreme la puerta de la cocina —respondió.
»—Hindley llegará antes que yo —alegué. —¡Poco vale ese amor
que tienes hacia Catalina, cuando no arrostras por él un poco
de nieve! En tu lugar, Heathcliff, yo iría a tenderme sobre su
tumba como un perro fiel. ¿No es verdad que ahora te parece
que no vale la pena vivir? Me has hecho comprender que
Catalina era la única alegría de tu vida. No sé cómo vas a poder
existir sin ella.
»—¡Ah! —exclamó Hindley, dirigiéndose hacia mí. —¿Está ahí
Heathcliff?
Si logro sacar el brazo, podré...
»Temo que me consideres como una malvada, Elena. El caso es
que yo no hubiera contribuido a que atentaran a la vida de
241