Page 289 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 289

Cati estaba ya completamente desarrollada. Era a la vez llena y

                  esbelta, flexible como el acero y rebosante de animación y

                  salud. En cuanto a Linton, tenía lánguidos los ademanes y las


                  miradas, y era muy endeble de complexión; pero la gracia de

                  sus maneras compensaba aquellos defectos. Luego de haber

                  cambiado muchas caricias con él, su prima se dirigió al señor

                  Heathcliff, que estaba junto a la puerta fingiendo mirar afuera;


                  pero, en realidad, mirando exclusivamente lo que pasaba

                  dentro.


                  —¿Así que es usted tío mío? —dijo la joven, abrazándole—. ¿Y


                  por qué no va a vernos a la Granja de los Tordos? Es raro vivir

                  tan próximos y no visitarnos nunca. ¿Por qué su—cede así?


                  —Antes de que tú nacieras yo iba alguna vez. Anda, déjate de


                  besos...


                  Dáselos a Linton. Dármelos a mí es perder el tiempo.


                  — ¡Qué mala eres, Elena! —exclamó Cati, viniendo hacia mí para

                  prodigarme también sus zalamerías. —¡Mira que no dejarme


                  entrar! En adelante, vendré todas las mañanas. ¿Puedo hacerlo,

                  tío? ¿Y puede venir conmigo papá? ¿No le gustará veros?


                  —Claro que sí —repuso él, disimulando la mueca de aversión


                  que le inspiraban los dos presuntos visitantes. Mejor será que te

                  diga que tu padre y yo reñimos terriblemente una vez, y si le

                  cuentas que me visitas, es muy fácil que te lo prohíba. Así que si

                  quieres seguir viendo a tu primo, vale más que no se lo digas a


                  tu padre.






                                                          289
   284   285   286   287   288   289   290   291   292   293   294