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—Si no tuvieras más de chica que de chico, te tumbaba de un
puñetazo — contestó el otro, marchándose con el rostro
encendido, ya que comprendía que le había afrentado y no
acertaba a reaccionar de otra manera.
Heathcliff, que lo había oído todo tan bien como yo, sonrió;
pero enseguida miró con animosidad a la pareja, que se había
quedado hablando en el portal. El muchacho se animaba al
referir anécdotas relativas a Hareton. En cuanto a ella,
celebraba sus comentarios, sin reparar en que denotaban un
espíritu perverso. Con todo ello, yo empecé a aborrecer a
Linton, y me sentí inclinada a justificar el desprecio que sentía
hacia él su padre.
Estuvimos hasta la tarde. El señor no salió de su habitación, y
esta feliz circunstancia impidió que notara nuestra larga
ausencia. Mientras volvíamos, intenté explicar a la joven
quiénes eran aquellos con los que habíamos estado; pero a ella
se le antojaba que mi prevención era injusta.
—Yo veo que le das la razón a papá —me dijo. —No eres
imparcial. La prueba es que me has tenido engañada todos
estos años asegurándome que Linton vivía lejos de aquí. Estoy
incomodada; mas como, por otro lado, me siento muy
satisfecha, no te digo nada. Pero no hables mal de mi tío. Ten
en cuenta que es mi pariente. Voy a reñir a papá por no
tratarse con él.
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