Page 96 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 96

—No espero a nadie, que yo sepa —repuso ella. —Pero ¿cómo

                  no estás ya en el campo, Heathcliff? Hace más de una hora que

                  hemos comido. Creía que te habrías ido.



                  —Hindley no nos libra a menudo de su odiosa presencia —

                  replicó el muchacho. —Hoy no pienso trabajar; me quedaré

                  contigo.


                  —Mejor harías en irte —dijo la joven—, no sea que José lo


                  cuente.


                  —José está cargando tierra en la peña de Penninston y no

                  volverá hasta la noche, así que no tiene por qué enterarse.



                  Y Heathcliff se sentó al lado del fuego. Catalina frunció el

                  entrecejo y reflexionó unos momentos. Al fin encontró una

                  disculpa para preparar la llegada de su amigo, y dijo, tras un


                  minuto de silencio:


                  —Isabel y Eduardo Linton hablaron de venir esta tarde. Claro

                  que, como llueve, no espero que lo hagan; pero si se decidieran

                  y te ven, corres peligro de que te regañen.



                  —Ordena a Elena que les diga que estás ocupada —insistió el

                  muchacho.


                  —No me hagas irme a causa de estos tontos amigos tuyos. A


                  veces me dan ganas de decirte que ellos... pero me callaré.


                  —¿Qué tienes que decir? —gritó Catalina, turbada. — ¡Ay, Elena!

                  — agregó, desasiéndose de mis manos. —Me has despeinado










                                                           96
   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100   101