Page 97 - cumbres-borrascosas-emily-bronte
P. 97

las ondas. ¡Basta, déjame! ¿Qué estaba a punto de decir,

                  Heathcliff?


                  —Mira ese calendario que hay en la pared —repuso él


                  señalando uno que estaba colgando junto a la ventana. —Las

                  cruces marcan las tardes que has pasado con Linton; los

                  puntos, las que hemos pasado juntos tú y yo. He marcado


                  pacientemente todos los días. ¿Los ves?


                  —¡Vaya una bobada! —repuso despectivamente Catalina. —¿A

                  qué viene eso?


                  —A que te des cuenta de que reparo en ello —contestó


                  Heathcliff.


                  —¿Y por qué he de estar siempre contigo? —replicó ella, cada

                  vez más irritada. —¿Para qué me sirve? ¿De qué me hablas tú?


                  Lo que haces para distraerme, un niño de pecho lo haría; y lo

                  que dices, lo diría un mudo.


                  —Antes no me decías eso, Catalina —repuso Heathcliff, muy

                  agitado.



                  —No me indicabas que te aburriera mi compañía.


                  —¡Vaya una compañía la de una persona que no sabe nada ni

                  dice nada! — argumentó la joven.


                  Él se levantó, pero antes de que tuviera tiempo de seguir


                  hablando, sentimos un rumor de cascos de caballos, y el

                  señorito Linton entró con la cara rebosando satisfacción. Sin

                  duda en aquel momento pudo Catalina comparar la diferencia







                                                           97
   92   93   94   95   96   97   98   99   100   101   102