Page 150 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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Agité la cabeza.
—Soy incapaz de clasificarla.
—Y yo. Pero déjeme ver el libro.
Pasó lentamente las pesadas páginas, sus labios moviéndose al tiempo que
leía. A veces agitaba la cabeza como si se sintiera desconcertado, y noté que
se demoraba especialmente en cierta frase.
—Este hombre indagó con gran profundidad en las cosas prohibidas —
dijo—. No me sorprende que su final fuera tan extraño y misterioso. Debió de
tener algún presagio de su fin… aquí advierte a los hombres que no molesten
a las cosas dormidas.
Tussmann pareció perderse en sus pensamientos durante algunos
momentos.
—Sí, las cosas dormidas —murmuró— que parecen muertas, pero que
sólo están aguardando a que algún necio ciego las despierte. Debería haber
leído más del Libro Negro, y debería haber cerrado la puerta cuando
abandoné la cripta. Pero tengo la llave y la conservaré a pesar del infierno
mismo.
Abandonó sus ensoñaciones, y estaba a punto de hablar cuando se detuvo
en seco. Desde algún lugar del piso superior había llegado un sonido peculiar.
—¿Qué ha sido eso? —me gritó.
Agité la cabeza y él corrió hasta la puerta y llamó a voces a un criado. El
hombre llegó unos momentos después, visiblemente pálido.
—¿Estabas arriba? —gruñó Tussmann.
—Sí, señor.
—¿Has oído algo? —preguntó Tussmann bruscamente y de una forma
casi amenazadora y acusadora.
—Así es, señor —contestó el hombre con una mirada desconcertada en el
rostro.
—¿Qué has oído? —la pregunta fue un rugido.
—Bueno, señor —el hombre se rio como pidiendo disculpas—, dirá que
estoy un poco ido, me temo, pero a decir verdad, señor, ¡sonó como si hubiera
un caballo dando vueltas por el tejado!
Un fogonazo de locura absoluta saltó a los ojos de Tussmann.
—¡Necio! —gritó—. ¡Vete de aquí!
El hombre retrocedió con perplejidad y Tussmann agarró la
resplandeciente joya con la forma de un sapo.
—¡He sido un necio! —exclamó—. No leí suficiente… y debería haber
cerrado la puerta… ¡pero por el cielo que la llave es mía y la conservaré a
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