Page 154 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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hacerle más fácil la decisión… para ella y para mí mismo. Por casualidad
había oído a mi rubio rival inglés comentar que pensaba venir a la solitaria
Cueva de Dagón en una ociosa excursión… solo.
No soy criminal por naturaleza. Nací y me crie en un país duro, y he
vivido la mayor parte de mi vida en los límites más crudos del mundo, donde
un hombre tomaba lo que quería, si podía, y la piedad era una virtud poco
conocida. Pero fue una tortura que me atormentaba día y noche la que me
impulsó a tomar la vida de Richard Brent. He vivido de forma dura, y tal vez
violenta. Cuando el amor me conquistó, también fue feroz y violento. Tal vez
no estuviera completamente cuerdo en lo referente a mi amor por Eleanor
Bland y mi odio hacia Richard Brent. Bajo otras circunstancias, me habría
alegrado de llamarle amigo. Era un joven camarada alto y delgado, gallardo,
de ojos claros y fuerte. Pero se interponía en el camino de mis deseos y debía
morir.
Me introduje en la penumbra de la cueva y me detuve. Nunca había
visitado la Cueva de Dagón, pero un cierto sentido de familiaridad difícil de
identificar me asaltó al mirar el elevado techo abovedado, las lisas paredes de
piedra y el suelo polvoriento. Me encogí de hombros, incapaz de localizar la
esquiva sensación; sin duda era provocada por una semejanza con las cuevas
del territorio montañoso del sudoeste americano donde nací y pasé mi
infancia.
Y, sin embargo, sabía que nunca había visto una cueva como esta, cuyo
aspecto uniforme había dado origen a mitos que afirmaban que no era una
cueva natural, sino que había sido excavada en la piedra sólida en eras
pretéritas por las diminutas manos del misterioso Pueblo Pequeño, los seres
prehistóricos de las leyendas británicas. Todo el paisaje campestre estaba
lleno de antiguo folklore.
La población de la zona era predominantemente celta; aquí los invasores
sajones no llegaron a prevalecer, y las leyendas se remontaban, en aquellos
campos tranquilos, hasta mucho más atrás que en ningún otro lugar de
Inglaterra, hasta antes de la llegada de los sajones, sí, e increíblemente hasta
más allá de aquella época remota, más allá de la llegada de los romanos, hasta
aquellos increíbles días antiguos en que los britanos nativos hacían la guerra
contra los piratas irlandeses de pelo negro.
El Pueblo Pequeño, por supuesto, desempeñaba su papel en las
tradiciones. Las leyendas decían que esta cueva fue una de sus fortalezas
contra los celtas conquistadores, y aludía a túneles perdidos, hacía mucho
desmoronados o bloqueados, que conectaban la cueva con una red de pasillos
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