Page 188 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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blancos que poseen los hombres; pues tendré un recuerdo del cual pocas de

               ellas podrán jactarse… ¡los besos de un rey! ¡Una noche de amor, oh rey, y te
               conduciré hasta las puertas del Infierno!
                    Bran la contempló sombrío; estiró la mano y agarró su brazo con dedos de
               hierro. Un escalofrío involuntario le estremeció al sentir su piel lisa. Asintió

               lentamente  y,  atrayéndola,  se  obligó  a  agachar  la  cabeza  para  recibir  sus
               labios anhelantes.


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                    Las frías brumas grises del alba envolvían al Rey Bran como una capa
               pegajosa.  Se  volvió  hacia  la  mujer  cuyos  ojos  rasgados  centelleaban  en  la

               penumbra gris.
                    —Cumple con tu parte del trato —dijo bruscamente—. Buscaba un nexo
               entre los mundos, y en ti lo he encontrado. Busco la única cosa que es sagrada
               para Ellos. Será la Llave que abra la Puerta que se abre invisible entre yo y
               Ellos. Dime cómo puedo alcanzarla.

                    —Lo  haré  —los  labios  rojos  sonrieron  terriblemente—.  Ve  hasta  el
               montículo que los hombres llaman el Túmulo de Dagón. Aparta la piedra que
               tapa  la  entrada  y  desciende  bajo  la  cúpula  del  montículo.  El  suelo  de  la

               cámara está compuesto de siete piedras grandes, seis agrupadas alrededor de
               la séptima. Levanta la piedra del centro… ¡y lo verás!
                    —¿Encontraré la Piedra Negra? —preguntó.
                    —El Túmulo de Dagón es la Puerta hacia la Piedra Negra —contestó ella
               —, si te atreves a seguir el Camino.

                    —¿Estará muy protegido el símbolo?
                    Inconscientemente aflojó la espada dentro de su vaina. Los labios rojos se
               curvaron burlonamente.

                    —Si  encuentra  algo  en  el  Camino,  morirás  como  no  ha  muerto  ningún
               hombre mortal desde hace muchos siglos. La Piedra no está protegida, en el
               sentido en que los hombres protegen sus tesoros. ¿Por qué iban a proteger lo
               que el hombre nunca ha buscado? Puede que Ellos estén cerca, puede que no.
               Es un riesgo que debes aceptar, si deseas la Piedra. ¡Ten cuidado, rey de los

               pictos! Recuerda que fue tu pueblo, hace mucho, el que cortó el hilo que los
               unía a Ellos con la vida humana. Entonces eran casi humanos, se extendían
               sobre la tierra y conocían la luz del sol. Ahora se han retirado. No conocen la

               luz del sol y evitan la luz de la luna. Aborrecen incluso la luz de las estrellas.
               Se  han  retirado  muy,  muy  lejos,  los  que  podrían  haber  acabado  siendo
               hombres con el tiempo, de no haber sido por las lanzas de tus antepasados.



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