Page 203 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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EL HOMBRE DEL SUELO



                                                 The Man of the Ground



                                                 [Weird Tales, julio, 1933]





                    Cal  Reynolds  trasladó  la  mascada  de  tabaco  al  otro  lado  de  la  boca

               mientras  miraba  bizqueando  el  cañón  azul  mate  de  su  Winchester.  Sus
               mandíbulas trabajaban metódicamente, sus movimientos cesaron al encontrar
               la mirilla. Se quedó rígidamente inmóvil; entonces su dedo se cerró sobre el
               gatillo. El estampido del disparo envió ecos reverberando por las colinas, y

               como un eco más fuerte llegó otro disparo en respuesta. Reynolds se encogió,
               aplastando su cuerpo alto y delgado contra el suelo, y jurando en voz baja.
               Una  escama  gris  saltó  de  una  de  las  piedras  cerca  de  su  cabeza,  y  la  bala
               rebotada  silbó  hasta  perderse  en  el  espacio.  Reynolds  se  estremeció

               involuntariamente. El sonido era tan mortífero como el canto de una cascabel
               escondida.
                    Se levantó cautelosamente lo justo para atisbar entre las rocas que tenía
               delante.  Separado  de  su  refugio  por  un  ancho  llano  cubierto  de  mescal  y

               chumberas, se levantaba un montículo de peñascos semejante a aquel detrás
               del  cual  él  mismo  se  agazapaba.  De  entre  aquellos  peñascos  asomaba  un
               delgado jirón de humo blancuzco. Los agudos ojos de Reynolds, entrenados
               en distancias abrasadas por el sol, detectaron un pequeño círculo de acero azul

               que refulgía opacamente entre las rocas. Aquel anillo era la boca de un rifle, y
               Reynolds sabía bien quién estaba tumbado tras aquella boca.
                    La enemistad entre Cal Reynolds y Esau Brill había durado mucho, para
               ser una enemistad texana. En las montañas de Kentucky las guerras de familia

               podían alargarse durante generaciones, pero las condiciones geográficas y el
               temperamento humano del sudoeste no conducían a hostilidades prolongadas.
               Aquellas enemistades normalmente concluían con atroz celeridad y de forma
               incontestable. El escenario era un saloon, las calles de una pequeña ciudad





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