Page 220 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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prolongarse, se sacude sus máscaras carnales. Yo lo recuerdo. Por qué puedo
recordarlo es lo más extraño de todo; pero mientras yazgo con las alas negras
de la muerte desplegándose lentamente sobre mí, todos los pálidos pliegues
de mis vidas anteriores desaparecen ante mis ojos, y me reconozco en muchas
formas y guisas: fanfarrón, jactancioso, temible, adorable, estúpido, todo lo
que los hombres han sido o serán.
He sido Hombre en muchos países y muchas circunstancias; pero, y he
aquí otra cosa extraña, mi estirpe de reencarnaciones sigue directamente un
cauce inflexible. Nunca he sido otra cosa que un hombre de esa raza inquieta
que los hombres llamaban antaño Nórdicos o Arios, y que hoy se llama con
muchos nombres y denominaciones. Su historia es mi historia, desde el
primer gemido lloriqueante de un cachorro de mono blanco sin pelo en la
desolación del Ártico, hasta el estertor moribundo del último y degenerado
producto de la civilización final, en alguna oscura e impredecible época
futura.
Mi nombre ha sido Hialmar, Tyr, Bragi, Bran, Horsa, Eric y Juan. Recorrí
con las manos enrojecidas las calles de Roma detrás de Breno el de la
cabellera dorada; vagabundeé por los huertos invadidos con Alarico y sus
godos cuando el fuego de las villas incendiadas iluminó la tierra como si fuera
de día y un imperio dio sus últimas boqueadas bajo nuestras sandalias; avancé
espada en mano a través de la espuma de la galera de Hengist para poner los
cimientos de Inglaterra con sangre y pillaje; cuando Leif el Afortunado avistó
las anchas playas blancas de un mundo inimaginado, yo estaba a su lado en la
proa del barco-dragón, mi barba dorada flotando al viento; y cuando
Godofredo de Bouillon condujo a sus cruzados sobre las murallas de
Jerusalén, yo iba entre ellos con mi yelmo de acero y mi cota de malla.
Pero no es de ninguna de estas cosas de la que quiero hablar. Quiero
llevaros de vuelta conmigo a una época al lado de la cual la de Breno y Roma
es como el ayer. Quiero haceros retroceder, no simples siglos y milenios, sino
épocas y eras perdidas, inconcebibles para los más radicales filósofos. Oh,
lejos, lejos, muy lejos debéis aventuraros en el Pasado remoto antes de
traspasar las fronteras de mi raza de ojos azules y cabello dorado,
vagabundos, asesinos, amantes, aficionados a la rapiña y al viaje.
Es la aventura de Niord, el azote del Gusano, lo que quiero contar, la raíz
de todo un ciclo de relatos heroicos que todavía no ha alcanzado su final, la
escalofriante realidad subyacente que acecha detrás de los mitos de dragones,
demonios y monstruos distorsionados por el tiempo.
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