Page 272 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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Posiblemente, pensó Steve, Kara-Shehr, o cualquiera que hubiese sido su
nombre en aquellos días remotos, se había construido como ciudad fronteriza
antes de la caída del imperio asirio, y hasta ella habían huido los
supervivientes de aquella derrota. En cualquier caso, era posible que Kara-
Shehr hubiera sobrevivido a Nínive en varios siglos, convertida sin duda en
una extraña ciudad ermitaña, apartada del resto del mundo.
Seguramente, tal y como había dicho Yar Ali, este había sido antaño un
país fértil, bañado por oasis; y sin duda en el terreno irregular donde habían
pasado la noche anterior había habido canteras que proporcionaron la piedra
para la construcción de la ciudad.
Entonces, ¿qué provocó su caída? ¿Acaso la invasión de las arenas y el
agotamiento de los manantiales había provocado que la gente la abandonara,
o había sido Kara-Shehr una ciudad silenciosa ya antes de que las arenas
cubriesen los muros? ¿La caída llegó desde dentro o desde fuera? ¿Aniquiló
la guerra civil a los habitantes, o fueron destruidos por algún poderoso
enemigo que llegó desde el desierto? Clarney agitó la cabeza con una mueca
de disgusto y desconcierto. Las respuestas a esas preguntas se habían perdido
en el laberinto de las eras olvidadas.
—¡Allaho akbar!
Habían atravesado el gran vestíbulo sombrío y en su extremo encontraron
un espantoso altar de piedra negra, detrás del cual asomaba un dios antiguo,
bestial y horrible. Steve sintió un escalofrío al reconocer el aspecto
monstruoso de la imagen. Sí, era Baal, sobre cuyo altar negro muchas
víctimas desnudas habían ofrecido su alma retorciéndose y chillando en otras
eras. Con su absoluta, abismal y pavorosa bestialidad, el ídolo personificaba
el alma entera de esta ciudad demoníaca. Seguramente, pensó Steve, los
constructores de Nínive y Kara-Shehr habían sido tallados en un molde
distinto del de la gente de hoy en día. Su arte y su cultura eran demasiado
densos, demasiado hoscamente desprovistos de los aspectos más ligeros de la
humanidad, para ser completamente humanos, tal y como el hombre moderno
entiende la humanidad. Su arquitectura era repelente; mostraba gran
habilidad, pero producía un efecto tan inmenso, tan vacío y tan brutal que
parecía estar casi por completo más allá de la comprensión del hombre
moderno.
Los aventureros atravesaron una estrecha puerta que se abría al extremo
del vestíbulo cerca del ídolo, y desembocaron en una serie de cámaras
amplias y oscuras conectadas por pasillos flanqueados de columnas. Los
recorrieron bajo la luz grisácea y fantasmal, y por fin llegaron a una ancha
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