Page 280 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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tallada con las llamas congeladas del Infierno! Con su terrible poder sobre la
magia negra, hechizó al demonio que vigilaba la antigua gema, y robó la
piedra. Y el demonio se quedó dormido en la cueva sin saberlo.
»De manera que este mago, de nombre Xuthltán, vivió en la corte del
sultán Asurbanipal, y hacía magia y predecía acontecimientos examinando las
pavorosas profundidades de la piedra, que únicamente sus ojos podían mirar
sin quedar cegados. Y los hombres llamaron a la piedra el Fuego de
Asurbanipal, en honor del rey.
»Pero la maldad cayó sobre el reino y los hombres gritaron que era la
maldición de los djinn; y el sultán, con gran temor, ordenó a Xuthltán llevarse
la gema y arrojarla a la cueva de la cual la había tomado, si no quería que
mayores desgracias cayeran sobre todos.
»Pero el mago no quería entregar la gema en la cual leía extraños secretos
de los días de antes de Adán, y huyó a la ciudad rebelde de Kara-Shehr, donde
pronto estalló una guerra civil y los hombres lucharon unos con otros para
poseer la gema. Entonces, el rey que gobernaba la ciudad, codiciando la
piedra, capturó al mago y lo mató torturándolo, y en esta misma habitación
vio cómo moría. ¡Con la gema en la mano, el rey se sentó sobre el trono, igual
que ha permanecido sentado sobre el trono a lo largo de los siglos, igual que
ahora permanece sentado en él!
El dedo del árabe señaló los huesos putrefactos del trono de mármol, y los
salvajes del desierto empalidecieron; incluso las sabandijas de Nureddin
retrocedieron, tragando saliva, pero el sheik no mostró signo alguno de
perturbación.
—Al morir Xuthltán —continuó el viejo beduino— maldijo la piedra cuya
magia no le había salvado, y gritó en voz alta las terribles palabras que
deshacían el hechizo que había impuesto sobre el demonio en la cueva, y
liberó al monstruo. Y clamando a los dioses olvidados, Cthulhu y Koth y
Yog-Sothoth, y a todos los Habitantes preadánicos de las ciudades negras
bajo el mar y en las cuevas de la tierra, los invocó para que recuperasen lo que
era suyo, y con su último aliento lanzó una maldición contra el rey traidor, y
esa maldición fue que el rey se quedaría en su trono sujetando en la mano el
Fuego de Asurbanipal hasta que sonara el clamor del Día del Juicio.
»En ese momento la gran piedra chilló como chilla un ser vivo, y el rey y
sus soldados vieron una nube negra que subía desde el suelo, y de la nube
surgió un aire fétido, y del aire una figura horrible que estiró sus espantosas
zarpas y las puso sobre el rey, quien se secó y murió a su contacto. Los
soldados huyeron gritando, y toda la gente de la ciudad huyó aullando hacia el
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