Page 312 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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mataron? ¿Podría haber vivido lo suficiente para quitarle el hacha a quien
quiera que le matara y bajar las escaleras tambaleándose?
—¡No, no! —el recuerdo atenazaba a Griswell—. Yo le vi en la escalera.
Estaba muerto. Ningún hombre podría vivir un minuto después de recibir
semejante herida.
—Lo creo —murmuró Buckner—. Pero… ¡es una locura! O de lo
contrario es demasiado astuto… pero ¿qué hombre cuerdo concebiría y
ejecutaría un plan tan elaborado y tan completamente demencial para escapar
del castigo por asesinato, cuando un simple alegato de defensa propia habría
sido mucho más eficaz? Ningún tribunal aceptaría esa historia. Bueno,
sigamos estas otras huellas. Conducen hacia el vestíbulo… a ver, ¿qué es
esto?
Con una garra gélida apretándole el alma, Griswell vio que la luz
empezaba a atenuarse.
—La pila es nueva —murmuró Buckner, y por vez primera Griswell
percibió un filo de miedo en su voz—. Venga… ¡vámonos de aquí
rápidamente!
La luz se había convertido en un tenue resplandor rojo. La oscuridad
parecía abalanzarse sobre ellos, arrastrándose con los negros pies de un gato.
Buckner se retiró, empujando a Griswell tambaleante a sus espaldas mientras
caminaba hacia atrás, con la pistola armada y levantada, retrocediendo por el
vestíbulo oscuro. En la oscuridad creciente, Griswell oyó lo que sonó como
una puerta abriéndose sigilosamente. Y de pronto, la negrura alrededor de
ellos se llenó de un sentimiento de amenaza. Griswell sabía que Buckner lo
sentía tan bien como él, pues el duro cuerpo del sheriff estaba tenso y alerta
como el de una pantera al acecho.
Sin prisa alguna se abrió camino hasta la escalera y descendió por ella,
con Griswell precediéndole, y combatiendo el pánico que le impulsaba a
chillar y estallar en una huida enloquecida. Un pensamiento espeluznante
provocó un sudor gélido sobre su piel. Imaginó que el muerto estuviera
subiendo la escalera a sus espaldas, en la oscuridad, con el rostro congelado
en la sonrisa mortal, y el hacha pringosa de sangre levantada para golpear.
Esta posibilidad le abrumó de tal manera que apenas fue consciente
cuando sus pies llegaron al nivel del vestíbulo inferior, y sólo entonces se dio
cuenta de que la luz se había ido haciendo más brillante a medida que
descendían, hasta que ahora lucía en todo su esplendor. Pero cuando Buckner
la volvió a proyectar hacia la parte superior de la escalera, no consiguió
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