Page 314 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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cerebro hasta que todo se mezcló en un crepúsculo grisáceo cuando el sueño

               llegó a su alma cansada sin ser invitado.
                    Despertó en un frío amanecer blanco con el recuerdo pleno de los horrores
               de  la  noche.  Las  brumas  se  enredaban  en  los  troncos  de  los  pinos  y  se
               arrastraban en mechones humeantes que subían por el camino roto. Buckner

               le estaba agitando.
                    —¡Despierte! Ya es de día.
                    Griswell  se  levantó,  haciendo  muecas  por  el  entumecimiento  de  sus
               miembros. Tenía la cara gris y envejecida.

                    —Estoy listo. Vamos arriba.
                    —¡Yo  ya  he  estado!  —los  ojos  de  Buckner  centelleaban  en  la  primera
               hora del alba—. No le desperté. Subí tan pronto como hubo luz. No encontré
               nada.

                    —Las huellas de los pies desnudos…
                    —¡Desaparecidas!
                    —¿Desaparecidas?
                    —¡Sí,  desaparecidas!  El  polvo  estaba  revuelto  por  todo  el  vestíbulo,  a

               partir del sitio donde acababan las huellas de Branner; estaba barrido hacia las
               esquinas. Ahora es imposible seguir ningún rastro allí arriba. Algo borró esas
               huellas  mientras  estábamos  aquí  sentados,  y  yo  no  oí  ningún  ruido.  He
               registrado la casa entera. Ni rastro de nada.

                    Griswell  se  estremeció  al  imaginarse  durmiendo  solo  en  el  porche
               mientras Buckner realizaba su exploración.
                    —¿Qué  vamos  a  hacer?  —preguntó  lánguidamente—.  Con  las  huellas
               desaparecidas, desaparece mi única posibilidad de demostrar mi historia.

                    —Llevaremos el cuerpo de Branner a la cabeza del condado —contestó
               Buckner—. Deje que hable yo. Si las autoridades conocieran los hechos tal y
               como se han presentado, insistirían en que fuera encerrado y acusado. No creo
               que  usted  matara  a  Branner,  pero  ningún  fiscal  de  distrito,  ningún  juez  y

               ningún jurado creería lo que me ha contado, o lo que nos ha ocurrido esta
               noche. Me ocuparé de esto a mi manera. No voy a arrestarle hasta que haya
               agotado todas las posibilidades.
                    »No diga nada de lo ocurrido aquí cuando volvamos a la ciudad. Al fiscal

               del  distrito  le  diré  sencillamente  que  John  Branner  fue  asesinado  por  un
               culpable o culpables desconocidos, y que estoy trabajando en el caso.
                    »¿Está  dispuesto  a  volver  conmigo  a  esta  casa  y  pasar  la  noche  aquí,
               durmiendo  en  aquella  habitación  tal  y  como  usted  y  Branner  durmieron

               anoche?




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