Page 328 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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sobre su hombro le sacó de su desvanecimiento.
Una luz en los ojos le cegaba. Parpadeó, hizo visera con la mano, y miró
al rostro de Buckner, inclinándose al borde del círculo de luz. El sheriff estaba
pálido.
—¿Está herido? Por Dios, hombre, ¿está herido? Hay un cuchillo de
carnicero en el suelo…
—No estoy herido —murmuró Griswell—. Disparó justo a tiempo… ¡qué
demonio! ¿Dónde está? ¿Dónde se ha metido?
—¡Escuche!
En algún lugar de la casa, sonó un enfermizo golpeteo como si algo
hubiera caído y forcejeara en sus convulsiones de muerte.
—Jacob decía la verdad —dijo Buckner con expresión tétrica—. El plomo
puede matarlas. Le acerté, eso seguro. No me atreví a usar la linterna, pero
había luz suficiente. Cuando empezó ese silbido, casi me pisa al salir. Sabía
que estaba hipnotizado, o lo que fuera. Le seguí por las escaleras. Estaba
detrás de usted, pero agazapado, para que no pudiera verme, y así escaparse.
Casi espero demasiado antes de disparar… pero al verla estuve a punto de
quedarme paralizado. ¡Mire!
Proyectó su luz por el vestíbulo. Ahora brillaba fuerte y clara. Iluminó una
abertura en la pared donde antes no había ninguna puerta.
—¡El panel secreto que encontró la señorita Elizabeth! —exclamó
Buckner—. ¡Vamos!
Atravesó corriendo el vestíbulo y Griswell le siguió aturdido. El golpeteo
había llegado desde detrás de la puerta misteriosa, y ahora los sonidos habían
cesado.
La luz reveló un pasillo estrecho como un túnel, que evidentemente
recorría una de las paredes gruesas. Buckner se zambulló en él sin dudarlo.
—Tal vez no pudiera pensar como un ser humano —murmuró,
proyectando su luz por delante—. Pero tuvo suficiente sentido común para
borrar sus huellas anoche, de forma que no pudiéramos seguirla hasta ese
punto de la pared y descubrir el panel secreto. Hay una habitación delante…
¡la habitación secreta de los Blassenville!
Y Griswell exclamó:
—¡Dios mío! Es la habitación sin ventanas que vi en mi sueño, con los
tres cuerpos colgando… ¡ahhhh!
La luz de Buckner, que recorría la estancia circular, quedó inmóvil de
pronto. En el amplio anillo de luz aparecieron tres figuras, tres formas
resecas, arrugadas, semejantes a momias, todavía vestidas con las vestiduras
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