Page 331 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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vino corriendo y le golpeó con un bastón. Después Cagle disparó a mi
hermano, y… y antes de escapar, prometió vengarse también de mí. ¡Es como
una bestia salvaje!
—¿Qué amenazas profirió contra ti? —pregunté, apretando
inconscientemente los puños.
—Dijo que volvería y me cazaría una noche cuando los bosques
estuvieran sumidos en la oscuridad —contestó fatigosamente; y con un
fatalismo que me sorprendió y desalentó, añadió—: Y lo hará. Cuando un
hombre como él se encapricha de una muchacha, sólo la muerte puede
detenerle.
—Entonces la muerte le detendrá —dije bruscamente, levantándome—.
Voy a unirme al pelotón. No abandones la casa esta noche. Por la mañana, Joe
Cagle ya no podrá hacer daño a ninguna chica.
Al salir de la casa me encontré con uno de los hombres que habían estado
buscando al fugitivo. Se había torcido el tobillo con una raíz oculta en la
oscuridad y había regresado al campamento en un caballo prestado.
—No, aún no hemos encontrado ni rastro —respondió a mi pregunta—.
Hemos peinado toda la zona alrededor del campamento, y los chicos se están
dirigiendo hacia el pantano. No parece razonable que pudiera alejarse tanto
con la escasa ventaja que tenía, y con nosotros persiguiéndole a caballo; pero
Joe Cagle es más una alimaña que un hombre… parece un gorila. Imagino
que estará escondido en el pantano, y si es así, puede que tardemos semanas
en hacerle salir. No puede estar en ningún otro sitio. Como he dicho, hemos
terminado de registrar los bosques cercanos… excepto la Casa Abandonada,
por supuesto.
—¿Por qué no han mirado allí? ¿Y dónde está esa casa?
—En la carretera vieja que ya no se utiliza, a unas cuatro millas. Oh, no
hay hombre alguno en la región capaz de acercarse a ese sitio, ni siquiera para
salvar la vida. El tipo que mató al capataz hace un par de años… lo
persiguieron por la vieja carretera, y cuando vio que tendría que pasar por la
Casa Abandonada se dio la vuelta y se entregó al pelotón. No, señor… ¡Joe
Cagle no estará cerca de esa casa, puede apostar por ello!
—¿Por qué tiene tan mala fama? —pregunté.
—Allí no ha vivido nadie desde hace veinte años. El último hombre que
fue su propietario se cayó de una ventana del piso alto una noche y se mató.
Después, un joven viajante permaneció allí toda la noche por una apuesta, y a
la mañana siguiente lo encontraron fuera de la casa, hecho papilla, como si se
hubiera caído desde muy alto. Un lugareño que pasó por allí aquella noche
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