Page 38 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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reverencia y retrocedía aún más. De hecho, parecía malditamente ansioso por

               alejarse cuanto pudiera de aquel siniestro anillo de columnas.
                    »Hubo  un  tenso  momento  de  espera.  Miré  al  otro  lado  del  lago  a  los
               acantilados altos y tétricos que rodeaban el valle, a la ciudad silenciosa bajo la
               luna creciente. Era como una ciudad muerta. La escena entera era irreal, como

               si Conrad y yo hubiéramos sido transportados a otro planeta, o de regreso a
               una época muerta y olvidada. Entonces el negro mudo golpeó el gong.
                    »A1  principio  fue  un  susurro  bajo  y  suave  que  fluía  desde  debajo  del
               firme  mazo  del  negro.  Pero  rápidamente  creció  en  intensidad.  El  sonido

               sostenido y creciente se volvió crispante, se hizo insoportable. Era más que un
               simple  sonido.  El  mudo  había  provocado  una  cualidad  vibratoria  que  se
               introducía en todos los nervios y los hacía pedazos. Se hizo más y más alta
               hasta que sentí que la cosa más deseable del mundo era la sordera absoluta,

               ser como aquel mudo de ojos vacíos que ni oía ni sentía el horror hecho de
               sonido que estaba creando. Aun así, vi que el sudor perlaba su frente de simio.
               Seguramente algún rumor de aquel cataclismo devastador reverberaba en su
               propia alma. El-Lil nos hablaba y la muerte estaba en su voz. ¡Sin duda, si

               uno  de  los  dioses  terribles  y  negros  de  las  eras  pasadas  pudiera  hablar,
               hablaría  con  semejante  lengua!  No  había  ni  piedad,  ni  misericordia,  ni
               debilidad en su rugido. Tenía la confianza de un dios caníbal para quien la
               humanidad era sólo un juguete y una marioneta a la que hacer bailar en su

               cuerda.
                    »El sonido puede llegar a ser demasiado profundo, demasiado chillón o
               demasiado grave para que el oído humano lo registre. No ocurría así con la
               voz de El-Lil, que fue creada en alguna era inhumana cuando brujos oscuros

               sabían  cómo  hacer  pedazos  cerebro,  alma  y  cuerpo.  Su  profundidad  era
               insoportable,  su  volumen  era  insoportable,  pero  el  oído  y  el  alma  estaban
               vivos a su resonancia y no quedaban piadosamente entumecidos y aturdidos.
               Y su terrible dulzura excedía la resistencia humana; nos ahogaba en una onda

               asfixiante de sonido que estaba recubierta de colmillos dorados. Tragué saliva
               y forcejeé bajo el sufrimiento físico. Detrás de mí podía notar que incluso el
               viejo  Sostoras  se  había  puesto  las  manos  sobre  los  oídos,  y  que  Gorat  se
               arrastraba sobre el suelo, oprimiendo la cara contra los ladrillos.

                    »Y si así era como me afectaba a mí, que estaba apenas dentro del círculo
               mágico  de  columnas,  y  a  aquellos  sumerios  que  estaban  fuera  del  círculo,
               ¿qué le estaría haciendo a Conrad, que estaba dentro del anillo interior y bajo
               ese techo abovedado que intensificaba cada nota?







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