Page 43 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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rompieron contra la pared del acantilado. Uno me alcanzó en el brazo
izquierdo, pero me sacudí la flecha y no me detuve a felicitar al tirador por su
puntería.
»Una vez estuvimos sobre el borde del acantilado, subí la escala y la solté,
y luego me volví para ver a Naluna tambalearse y desmoronarse sobre los
brazos de Conrad. La depositamos suavemente sobre la hierba, pero
cualquiera que tuviese un poco de vista podía darse cuenta de que estaba en
las últimas. Le limpié la sangre del pecho y la examiné horrorizado. Sólo una
mujer con mucho amor podía haber llevado a cabo aquella carrera y aquel
ascenso con una herida como la que aquella muchacha tenía bajo el corazón.
»Conrad acunó su cabeza en su regazo e intentó decir algunas palabras
entrecortadas, pero ella le echó los brazos débilmente alrededor del cuello y
atrajo su cara hacia la de ella.
»—No llores por mí, amor mío —dijo, mientras su voz se debilitaba hasta
convertirse en un suspiro—. Igual que fuiste mío una vez, volverás a serlo en
el futuro. En las chozas de barro del Viejo Río, antes de que existiera
Sumeria, cuando atendíamos a las bandadas de pájaros, éramos como uno. En
los palacios de la Antigua Eridu, antes de que llegaran los bárbaros desde
Oriente, nos amamos el uno al otro. Sí, en este mismo lago hemos flotado en
eras pasadas, viviendo y amando, tú y yo. Así que no solloces, amor mío,
pues, ¿qué es una pequeña vida cuando hemos conocido tantas y conoceremos
tantas más? Y en cada una de ellas, tú eres mío, y yo soy tuya.
»”Pero no debéis demoraros. ¡Escuchad! Ahí abajo claman por vuestra
sangre. Pero como la escala ha sido destruida, sólo hay otro camino por el que
pueden subir a los acantilados, el sitio por el que os llevaron hasta el valle.
¡Aprisa! Regresarán a través del lago, ascenderán las colinas y os perseguirán,
pero podéis escapar de ellos si sois rápidos. Y cuando oigas la voz de El-Lil,
recuerda que, viva o muerta, Naluna te ama con un amor más grande que el de
cualquier dios.
»”Pero he de pedirte un favor —susurró, sus párpados pesados cerrándose
como los de un niño con sueño—. Te ruego que pongas tus labios sobre los
míos, mi señor, antes de que las sombras me envuelvan por completo; luego
déjame aquí y marchad, y no llores, oh mi amor, por lo que… sólo… es…
una… vida… para… nosotros… que… nos… hemos… amado… en…
tantas…
»¡Conrad lloró como un niño y yo también lo hice, por Judas, y le abriré
la cabeza al borrico que se ría de mí por ello! La dejamos con los brazos
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