Page 50 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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—Deduzco  por  sus  comentarios  —replicó  Kirowan—,  que  Von  Junzt

               incluye ese culto en concreto entre los que todavía existen. Absurdo.
                    Una vez más Clemants agitó la cabeza.
                    —Cuando  era  un  muchacho  que  se  abría  camino  en  cierta  universidad,
               tuve por compañero de habitación a un muchacho tan pobre y tan ambicioso

               como yo. Si les dijera su nombre, les sorprendería. Aunque procedía de una
               antigua familia escocesa de Galloway, obviamente no pertenecía al tipo ario.
                    »Esto se lo cuento en la más estricta confianza, como comprenderán. Pero
               mi compañero hablaba en sueños. Empecé a escuchar y a unir sus murmullos

               desarticulados.  Y  en  sus  murmuraciones,  oí  hablar  por  vez  primera  del
               antiguo  culto  al  que  aludía  Von  Junzt;  y  también  del  rey  que  gobernó  el
               Imperio Oscuro, que fue un renacimiento de otro imperio más antiguo y más
               oscuro que se remonta a la Edad de Piedra; y de la gran cueva sin nombre

               donde se erige el Hombre Oscuro, la imagen de Bran Mak Morn, tallada a su
               semejanza por una mano maestra mientras el gran rey todavía vivía, y hasta la
               cual cada adorador de Bran hace su peregrinaje una vez en la vida. Sí, ese
               culto vive hoy en día en los descendientes del pueblo de Bran, una corriente

               silenciosa y desconocida que fluye en el gran océano de la vida, esperando
               que la imagen de piedra del gran Bran respire y se mueva con vida súbita, y
               salga de la gran cueva para reconstruir su imperio perdido.
                    —¿Y  quiénes  constituyeron  el  pueblo  integrante  de  aquel  imperio?  —

               preguntó Ketrick.
                    —Los  pictos  —contestó  Taverel—,  sin  duda  la  gente  conocida
               posteriormente       como      los    pictos     salvajes     de    Galloway       fueron
               predominantemente  celtas,  una  mezcla  de  elementos  gaélicos,  címricos,

               aborígenes  y  posiblemente  teutones.  Si  tomaron  su  nombre  de  la  raza  más
               antigua o si prestaron su propio nombre a aquella raza, esa cuestión todavía
               está  por  decidir.  Pero  cuando  Von  Junzt  habla  de  pictos,  se  refiere
               específicamente  a  los  pueblos  menudos,  morenos  y  comedores  de  ajo,  de

               sangre mediterránea, que llevaron la cultura neolítica a Britania. Fueron, de
               hecho,  los  primeros  habitantes  del  país,  que  dieron  lugar  a  los  cuentos  de
               espíritus de la tierra y de duendes.
                    —No puedo estar de acuerdo con esa última afirmación —dijo Conrad—.

               Esas  leyendas  atribuyen  una  deformidad  y  una  apariencia  inhumana  a  los
               personajes.  No  había  nada  en  los  pictos  que  pudiera  suscitar  tal  horror  y
               repulsión en los pueblos arios. Creo que los mediterráneos fueron precedidos
               por  un  tipo  mongólico,  muy  inferior  en  la  escala  del  desarrollo,  de  donde

               estos cuentos…




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