Page 78 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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A una palabra suya, Athelstane levantó la gran cabeza con pico, y un
grave murmullo recorrió las almenas, con la tensión del miedo y el asombro.
—¿Quiénes son estos hombres? —Ska miró con el ceño fruncido a los dos
guerreros.
—¡Son los hombres de hierro que han salido del mar! —contestó
Brunilda con voz clara que llegó muy lejos—. ¡Los seres que han venido a
cumplir la vieja profecía, a conquistar la ciudad de Bal-Sagoth, cuyo pueblo
está hecho de traidores y cuyos sacerdotes son falsos!
Ante estas palabras, el murmullo de temor volvió a recorrer arriba y abajo
la línea de murallas, hasta que Gothan levantó su cabeza de buitre y la gente
quedó en silencio y se encogió ante la mirada gélida de sus ojos terribles.
Ska miró con perplejidad, su ambición luchando con sus miedos
supersticiosos.
Turlogh, mirando con atención a Gothan, creyó que podía leer bajo la
máscara inescrutable del rostro del viejo sacerdote. A pesar de toda su
sabiduría inhumana, Gothan tenía sus limitaciones. Este regreso repentino de
aquella de quien creía haber dispuesto, y la aparición de los gigantes de piel
blanca que la acompañaban, había pillado a Gothan con la guardia baja, según
creía Turlogh con razón. No había tenido tiempo de preparar de forma
adecuada su recibimiento. La gente ya había empezado a murmurar en las
calles contra la severidad del breve gobierno de Ska. Siempre habían creído
en la divinidad de Brunilda; ahora que había regresado con dos hombres altos
de su propio color, cargando con el macabro trofeo que indicaba la derrota de
otro de sus dioses, la gente vacilaba. Cualquier pequeño detalle podría
cambiar la marea por completo.
—¡Pueblo de Bal-Sagoth! —gritó Brunilda de repente, saltando hacia
atrás y elevando sus brazos, mirando de frente a los rostros que miraban hacia
ella—. ¡Os pido que evitéis vuestro fin antes de que sea demasiado tarde! Me
desterrasteis y me escupisteis; ¡os volvisteis hacia dioses más oscuros que yo!
¡Pero lo olvidaré todo si regresáis y me rendís obediencia! Una vez me
repudiasteis, ¡me llamasteis sanguinaria y cruel! Cierto, fui un ama dura,
pero… ¿ha sido Ska un señor suave? Dijisteis que yo azotaba a la gente con
látigos de cuero… ¿os ha acariciado Ska con plumas de loro?
»Una virgen moría en mi altar con la marea alta de cada luna; ¡pero los
jóvenes y las doncellas mueren con la marea alta y la marea baja, con la
subida y la puesta de cada luna, ante Gol-goroth, en cuyo altar palpita
constantemente un corazón humano fresco! ¡Ska no es más que una sombra!
¡Vuestro verdadero señor es Gothan, que se posa sobre la ciudad como un
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