Page 79 - Los gusanos de la tierra y otros relatos de horror sobrenatural
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buitre!  Antaño  fuisteis  un  pueblo  poderoso;  vuestras  galeras  llenaban  los

               mares. ¡Ahora no sois más que un residuo e incluso eso disminuye cada día!
               ¡Necios!  ¡Moriréis  todos  en  el  altar  de  Gol-goroth  antes  de  que  Gothan
               termine,  y  él  será  el  único  que  merodee  por  las  ruinas  silenciosas  de  Bal-
               Sagoth!

                    »¡Miradle!  —su  voz  se  alzó  hasta  un  aullido  al  lanzarse  a  un  frenesí
               hipnótico, e incluso Turlogh, para quien las palabras carecían de significado,
               se estremeció—. ¡Mirad cómo nos contempla igual que un espíritu maligno
               del pasado! ¡Ni siquiera es humano! ¡Os digo que es un fantasma infame cuya

               barba está salpicada con la sangre de un millón de matanzas! ¡Es un demonio
               encarnado salido de las brumas de la antigüedad para destruir al pueblo de
               Bal-Sagoth!
                    »¡Elegid  ahora!  Levantaos  contra  ese  viejo  demonio  y  sus  dioses

               blasfemos, recibid de nuevo a vuestra legítima reina y deidad, y recuperaréis
               parte de vuestra antigua grandeza. ¡Rehusad, y la antigua profecía se cumplirá
               y el sol se pondrá sobre las ruinas silenciosas y deshechas de Bal-Sagoth!
                    Inflamado  por  sus  enérgicas  palabras,  un  joven  guerrero  que  llevaba  la

               insignia de un jefe saltó al parapeto y gritó:
                    —¡Viva A-ala! ¡Abajo con los dioses sanguinarios!
                    Muchos  entre  la  multitud  recogieron  el  grito  y  los  aceros  chocaron  al
               iniciarse una docena de combates. La multitud de las almenas y las calles se

               arremolinó, mientras Ska miraba atónito. Brunilda, obligando a retroceder a
               sus acompañantes, que se estremecían por el deseo de entrar en acción, gritó:
                    —¡Alto! ¡Que nadie ataque todavía! ¡Pueblo de Bal-Sagoth, ha sido una
               tradición desde el inicio de los tiempos que el rey deba luchar por su corona!

               ¡Que  Ska  cruce  el  acero  con  uno  de  estos  guerreros!  ¡Si  Ska  vence,  me
               arrodillaré ante él y dejaré que me corte la cabeza! ¡Si Ska pierde, entonces
               me aceptaréis como vuestra legítima reina y diosa!
                    Un gran rugido de aprobación salió de las murallas al tiempo que la gente

               interrumpía  sus  reyertas,  contenta  de  trasladar  la  responsabilidad  a  sus
               gobernantes.
                    —¿Lucharás, Ska? —preguntó Brunilda, volviéndose al rey con sorna—.
               ¿O me entregarás tu cabeza sin discutir?

                    —¡Zorra!  —aulló  Ska,  arrastrado  a  la  locura—.  ¡Usaré  los  cráneos  de
               estos  necios  como  copas  de  vino,  y  luego  te  partiré  estirándote  entre  dos
               árboles doblados!
                    Gothan le echó una mano al brazo y le susurró al oído, pero Ska había

               llegado al punto en que estaba sordo a todo excepto a su furia. Ya sabía que




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