Page 624 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 624

--Mañana volveremos a reunirnos. -Echó un vistazo al reloj-. Es decir, hoy, más
                tarde.
                   --¿Aquí? -preguntó Beverly.
                   Mike negó lentamente con la cabeza.
                   --Sugiero que nos reunamos en Kansas Street, donde Bill solía esconder la
                bicicleta.
                   --Iremos a Los Barrens -dijo Eddie. Y de pronto se estremeció.
                   Mike volvió a asentir.
                   Hubo un momento de silencio mientras todos se miraban. Luego, Bill se levantó.
                Los otros lo imitaron.
                   --Quiero que todos vayáis con cuidado el resto de la noche -dijo Mike-. "Eso" ha
                estado aquí, puede estar dondequiera que estéis. Pero esta reunión me ha hecho
                sentir mejor. -Miró a Bill-. aún creo que se puede hacer. ¿Y tú, Bill?
                   --Sí, yo también pienso que se puede.
                   --Y "Eso" también ha de saberlo -agregó Mike-. Hará todo lo que pueda para
                volver las posibilidades a su favor.
                   --¿Qué hacemos si se presenta? -preguntó Richie. ¿Nos tapamos la nariz,
                damos tres vueltas con los ojos cerrados y pensamos cosas buenas? ¿Le
                arrojamos algún polvo mágico a la cara? ¿Cantamos viejas canciones de Elvis
                Presley? ¿Qué?
                   Mike sacudió la cabeza.
                   --Si pudiese deciros eso no habría ningún problema, ¿verdad? Sólo sé que
                existe otra fuerza (al menos existía cuando éramos niños) que quiso mantenernos
                vivos para que nos ocupáramos de "Eso". Tal vez aún existe. -Se encogió de
                hombros cansinamente-. Temía que dos o tres de vosotros no os presentarais a
                esta reunión. Por haber desaparecido o muerto. El veros a todos aquí me renueva
                la esperanza.
                   Richie consultó su reloj.
                   --Una y cuarto. Cómo vuela el tiempo cuando uno se divierte, ¿no, Ben?
                   --Bip-bip, Richie -dijo Ben con una sonrisa desteñida.
                   --¿Quieres volver al ho-ho-hotel conmigo, Beverly? -propuso Bill.
                   --De acuerdo.
                   Se estaba poniendo el abrigo. La biblioteca parecía ahora muy silenciosa, llena
                de sombras; daba miedo. Bill, sintió que los dos últimos días le caían encima de la
                espalda. Si hubiese sido sólo cansancio no habría importado, pero había más que
                eso: la sensación de estarse volviendo loco, soñando, sufriendo alucinaciones
                paranoicas. La sensación de ser observado. "Tal vez ni siquiera estoy aquí -
                pensó-. Tal vez estoy en el asilo para lunáticos del doctor Seward, con la casa
                desvencijada del conde en la puerta de al lado y Renfield al otro lado del pasillo; él
                con sus moscas, yo con mis monstruos, los dos seguros de que la fiesta continúa
                y vestidos de punta en blanco, no con esmoquin sino con chaleco de fuerza."
                   --¿Y tú, Ri-Richie?
                   El disc-jokey meneó la cabeza.
                   Voy a dejar que Parva y Kaspbrack me lleven a casa -dijo-. ¿Os parece bien,
                chicos?
                   --Claro -dijo Ben.
   619   620   621   622   623   624   625   626   627   628   629