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Envejecido, con más gris que negro en el pelo cortado a lo militar, ya gordo, pálido
y fofo, pero era Henry. Y estaba muerto. Por fin, Henry...
--"Gug" -dijo Henry repentinamente y se incorporó.
Sus manos lanzaron zarpazos, como buscando asideros que sólo él podía ver.
El ojo vaciado goteaba; el párpado inferior sobresalía sobre la mejilla. Miró en
torno, vio a Eddie acurrucado contra la pared y trató de levantarse.
Abrió la boca y despidió un vómito de sangre. Luego volvió a caer.
Con el corazón a toda marcha, Eddie manoteó el teléfono y no logró sino
arrojarlo a la cama. Lo recogió precipitadamente en su sitio y marcó el 0. El
teléfono sonó una y otra vez.
"Vamos -pensó Eddie-, qué están haciendo, ¿rascándose? ¡Vamos, por favor,
contestad ese maldito teléfono!"
Sonaba y sonaba. Eddie no apartaba la vista de Henry temiendo que se
levantara en cualquier momento. Cuánta sangre, por Dios, cuánta sangre.
--Recepción -dijo una voz soñolienta y resentida.
--Llame a la habitación del señor Denbrough -pidió Eddie-. Es urgente.
Con el otro oído estaba atento a las habitaciones contiguas. ¿Habrían hecho
mucho ruido? ¿Y si alguien llamaba a la puerta para preguntar si tenía problemas?
--¿Está seguro de que quiere llamar a esta hora? -preguntó el empleado-. Son
las tres y diez de la madrugada.
--¡Sí, quiero llamar! -respondió Eddie, casi a gritos.
La mano que sostenía el auricular temblaba convulsivamente. En el otro brazo
sentía un nido de avispas. ¿Henry se había movido otra vez? No, seguro que no.
--De acuerdo -dijo el empleado-. Tranquilo, amigo.
Se oyó un chasquido; luego, el áspero zumbar de un teléfono interno. "Vamos,
Bill, vamos, a ti..."
De repente se le ocurrió un pensamiento horriblemente posible: ¿Y si Henry
había visitado antes a Bill? ¿O a Richie? ¿A Ben, a Bev? ¿Y si Henry había hecho
una visita a la biblioteca? tenía que haber estado antes en otra parte; si alguien no
hubiera ablandado a Henry, habría sido Eddie quien yaciera muerto en el suelo
con una navaja enterrada en el pecho. ¿Y si Henry había visitado primero a los
otros, sorprendiéndolos medio dormidos, como a él? ¿Y si todos estaban
muertos? Esa idea era tan horrible que Eddie tuvo ganas de aullar.
--Por favor, Bill -susurró-, por favor, contesta.
Alguien contestó. La voz de Bill dijo:
--¿Ho-o-ola?
--Bill -dijo Eddie, casi balbuceando-. Bill, gracias a Dios.
--¿Eddie? -La voz de Bill se tornó débil; hablaba con otra persona; le estaba
diciendo quién llamaba-. ¿Qué p-p-pasa, Eddie?
--Henry Bowers. -Eddie volvió a mirar el cadáver. ¿Había cambiado de posición?
Esa vez no le fue tan fácil convencerse de que seguía igual-. Estuvo aquí... y lo he
matado, Bill. Tenía una navaja. Creo...
--Bajó la voz-. Creo que es la misma navaja de aquel día. El día en que bajamos
a las cloacas. ¿Recuerdas?
--Lo recuerdo -dijo Bill, lúgubre . Escucha, Eddie. Quiero que...