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12. Los Barrens, 13.55.

                   v-v-vayas a de-decirle a B-b-en que v-v-venga.
                   --De acuerdo -respondió Eddie.
                   Y se quedó atrás. Ya se estaban aproximando al claro. Retumbaban los truenos
                en el cielo cubierto, los matorrales suspiraban a impulsos de la brisa, cada vez
                más fuerte.
                   Ben se reunió con él cuando llegaba al claro. La trampilla del club estaba
                abierta; era un cuadrado de negrura dentro del verde. El ruido del río sonaba muy
                claro y Bill tuvo, de pronto, una certeza descabellada: que estaba percibiendo ese
                sonido, experimentando ese lugar, por última vez en toda su infancia. Aspiró
                hondo oliendo la tierra, el aire y el hollín distante del vertedero que echaba humo
                como un volcán malhumorado, no decidido a entrar en erupción. Vio una bandada
                de pájaros que pasaba junto al puente del ferrocarril, rumbo a Old Cape. Levantó
                la vista hacia las nubes hirvientes.
                   --¿Qué pasa? -preguntó Ben.
                   --¿P-p-por qué n-no tratan d-de coggernos? -preguntó Bill-. E-están a-aa-aquí.
                E-e-eddie est-estaba en lo cicierto. L-I-lo siento.
                   --Sí -confirmó Ben-. A lo mejor son tan estúpidos que creen que vamos a volver
                a la casita. Entonces nos tendrían atrapados.
                   --P-p-puede -dijo Bill.
                   Y se sintió súbitamente furioso, impotente por su tartamudez. Eso le impedía
                hablar deprisa. Tal vez, de cualquier modo, no habría podido decir lo que deseaba:
                que le parecía poder ver las cosas con los ojos de Henry Bowers; que él y Henry,
                aunque en bandos opuestos, peones dominados por fuerzas adversarias, habían
                llegado a intimar.
                   Henry quería que ellos presentaran pelea.
                   "Eso" quería que ellos presentaran pelea.
                   Y "perecieran".
                   Un helado estallido de luz blanca pareció llenarle la cabeza. Serían víctimas del
                asesino que acechaba en Derry desde la muerte de George. Tal vez los cadáveres
                aparecieran, tal vez no. Todo dependía de que "Eso" pudiera o quisiera defender a
                Henry... y, en menor grado, a Belch y a Victor. "Sí. Para el mundo exterior, para el
                resto de esta ciudad, seremos víctimas del asesino. Y es correcto, aunque
                parezca curioso. "Eso" quiere que muramos. Henry es la herramienta para
                conseguirlo, para que "Eso" no tenga que dar la cara. Creo que yo seré el primero,
                Beverly y Richie podrían mantener unidos a los otros, pero Stan está asustado y
                Ben también, aunque me parece que es más fuerte que Stan. Y Eddie tiene un
                brazo fracturado. ¿Por qué los traje aquí abajo? Cielos, ¿por qué?"
                   --¿Bill? -inquirió Ben, ansioso.
                   Los otros se reunieron con ellos junto a la casita. Volvió a estallar un trueno; los
                matorrales susurraban con más intensidad. Los cañaverales repiqueteaban en la
                mortecina luz de la tormenta.
                   --Bill... -dijo Richie.
                   --¡Chist!
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