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--Hola -respondió ella, mirando a los otros, mientras hacía un gesto con la mano
                para que guardaran silencio-. ¿El señor Hanlon está ahí?
                   --¿Quién es? -preguntó la voz.
                   Ella se humedeció los labios con la lengua. Bill la miraba fijamente. Ben y Richie
                se habían vuelto hacia ella. Empezó a sentir verdadera inquietud.
                   --Antes dígame quién es "usted" -replicó-. No es el señor Hanlon.
                   --Soy Andrew Rademacher, jefe de policía de Derry -dijo la voz-. En este
                momento el señor Hanlon está en el hospital municipal. Fue atacado y gravemente
                herido hace un rato. Bien, ¿quiere decirme quién es usted? Necesito su nombre.
                   Pero ella apenas le oyó. El espanto la recorría en oleadas elevándola cada vez
                más, vertiginosamente, como si la sacara de ella misma. Se le aflojaron el vientre,
                la ingle y las piernas. "Así debe de ser -pensó-, cuando la gente se orina por causa
                de un susto. Claro. Uno pierde control de sus músculos..."
                   --¿Cómo se encuentra? -se oyó preguntar con voz quebradiza.
                   Un segundo después, Bill estaba a su lado poniéndole una mano en el hombro.
                Y Ben y Richie. Sintió un arrebato de gratitud hacia ellos. Estiró la mano libre y Bill
                se la tomó. Richie puso su mano sobre la de Bill. Ben agregó la suya. Eddie, que
                se había acercado, las coronó con su mano sana.
                   --Quiero saber quién es usted, por favor -insistió Rademacher.
                   Por un momento, la ovejita miedosa que llevaba dentro, criada por su padre y
                atendida por su esposo, estuvo a punto de responder: "Soy Beverly Marsh y estoy
                en el hotel Town House. Por favor, envíe al señor Nell. Aquí hay un cadáver y
                tenemos mucho miedo."
                   Pero dijo:
                   --Temo... temo no poder decírselo.
                   --¿Qué sabe usted de esto?
                   --Nada -dijo, asustada-. ¿Por qué se le ocurre que sé algo? ¡Por Dios!
                   --¿Usted tiene por costumbre llamar a la biblioteca a las tres de la mañana? -
                observó Rademacher-. Déjese de tonterías, señorita. Se trata de un delito, y por lo
                que hemos visto, bien podría ser asesinato antes del amanecer. Se lo preguntaré
                otra vez: ¿Quién es usted y qué sabe de esto?
                   Ella cerró los ojos apretando la mano de Bill, y volvió a preguntar:
                   --¿Tan grave está? ¿Dice eso sólo para asustarme? Por favor, dígame si va a
                morir.
                   --Está malherido. Ahora dígame su nombre y por qué...
                   Como en un sueño, ella vio que su mano flotaba y colgaba el auricular. Miró a
                Henry y sintió el impacto de una bofetada fría. Uno de los ojos del cadáver se
                había cerrado. El otro, el destrozado, supuraba como antes.
                   Henry parecía estar haciéndole un guiño.



                   4.

                   Richie llamó al hospital mientras Bill llevaba a Beverly a la cama, donde se sentó
                con Eddie. Tenía la mirada perdida en el vacío. Quiso llorar, pero no había
                lágrimas. La única sensación de la que cobró inmediata conciencia fue el deseo de
                que alguien cubriera a Henry Bowers. Ese guiño no le gustaba nada.
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