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cuatro-. Lo juramos -dijo-. Todos juramos. El hermano de Bill... Stan... todos los
                otros... y ahora Mike. Estoy dispuesta, Bill.
                   Él miró a los otros.
                   Richie asintió:
                   --Está bien, Gran Bill. Intentémoslo.
                   --Las posibilidades parecen más escasas que nunca -dijo Ben-. Ya faltan dos.
                   Bill no dijo nada.
                   --Bueno -agregó Ben-, ella tiene razón. Lo juramos. -¿E-e-eddie? Eddie sonrió
                débilmente.
                   --Parece que tendréis que bajarme otra vez por esa escalerilla. Si es que todavía
                sigue allí.
                   --Esta vez no habrá nadie que tire piedras -apuntó Beverly-. Los tres han muerto.
                   --¿Lo hacemos ahora, Bill? -preguntó Richie.
                   --S-s-sí -respondió Bill-. C-creo que es ho-o-ra.
                   --¿Puedo decir algo? -preguntó Ben.
                   Bill lo miró con una sonrisa.
                   --L-l-lo que quieras.
                   --Vosotros sois los mejores amigos que he tenido. No importa qué resulte de
                esto. Sólo quería... deciros eso.
                   Los miró a todos y ellos le devolvieron la mirada con solemnidad.
                   --Me alegro de haberos recordado -agregó.
                   Richie resopló. Beverly soltó una risita. Un, momento después, todos reían,
                mirándose como antes, a pesar de que Mike estaba en el hospital, agonizando, tal
                vez ya muerto, a pesar de que Eddie tenía (otra vez) el brazo roto, a pesar de que
                era la hora más oscura de la madrugada.
                   --Qué habilidad para expresarte tienes, Ben -dijo Richie, riendo y limpiándose los
                ojos-. El escritor debería haber sido él, Gran Bill.
                   Bill, todavía sonriendo un poco, concluyó:
                   --Y con ese comentario...




                   5.

                   Fueron en la limusina que Eddie había conseguido. Richie iba al volante. La
                niebla se había vuelto más espesa; pendía en la calle como humo sin llegar a las
                lámparas de alumbrado. Arriba, las estrellas eran fragmentos de hielo, estrellas de
                primavera... pero Bill, que torcía la cabeza hacia la ventanilla medió abierta, creyó
                oír un tronar de verano a la distancia. En algún punto del horizonte, alguien estaba
                ordenando lluvia.
                   Richie conectó la radio. Se oyó a Gene Vincent cantar "Be-Bop-A-Lula". Movió el
                dial y sintonizó a Buddy Holly. Un tercer intento sacó a Eddie Cochran en
                "Summertime Blues".
                   --Me gustaría ayudarte, hijo, pero eres demasiado joven para votar -dijo una voz
                grave.
                   --Apaga, Richie -pidió Beverly con suavidad.
                   Él estiró la mano hacia el botón, pero sus dedos quedaron petrificados.
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