Page 267 - La sangre manda
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creo que eso es lo que va a pasar. Creo que viene a comprar mi silencio más

               que a matarme, porque me parece que lo convencí de que solo quiero dinero,
               junto con la promesa de que nunca más cometerá un asesinato en masa. Cosa
               que seguramente no se propone cumplir.
                    He procurado pensar en esto de la manera más lógica posible, porque mi

               vida depende de ello. Yo en su lugar pagaría una vez y esperaría a ver qué
               pasa.  ¿Planearía  dejar  mi  empleo  en  la  cadena  de  Pittsburgh  después?  Es
               posible,  pero  también  es  posible  que  me  quedara.  Para  poner  a  prueba  la
               buena fe de la chantajista. Si la mujer volviera, con la intención de embolsarse

               un pago doble, entonces sí la mataría y desaparecería. Esperaría uno o dos
               años y luego retomaría mi antigua forma de vida. Quizá en San Francisco,
               quizá en Seattle, quizá en Honolulu. Empezaría a trabajar en una cadena local
               independiente e iría ascendiendo. Conseguiría una nueva identidad y nuevas

               referencias. A saber cómo las dan por buenas en estos tiempos de ordenadores
               y redes sociales, Ralph, pero de algún modo eso es lo que ocurre. O así ha
               sido hasta la fecha.
                    ¿Le preocuparía que yo informara de lo que sé a otra persona? ¿Acaso a

               su cadena de televisión? No, porque en cuanto lo chantajee, me convierto en
               cómplice del delito. Con lo que cuento es sobre todo con su seguridad en sí
               mismo. Con su arrogancia. ¿Por qué no habría de sentirse seguro y actuar con
               arrogancia? Lleva mucho mucho tiempo saliendo impune.

                    Pero mi amigo Bill me enseñó a tener siempre un plan B. «Cinturón y
               tirantes, Holly», decía. «Cinturón y tirantes».
                    Si sospecha que me propongo matarlo en lugar de cobrar el chantaje de
               trescientos mil dólares, intentará tomar precauciones. ¿Qué precauciones? No

               lo  sé.  Seguramente  debe  de  saber  que  tengo  un  arma  de  fuego,  pero  él  no
               puede entrar con una debido al detector de metales. A lo mejor sube por la
               escalera, lo cual podría ser un problema incluso aunque lo oyera llegar. Si eso
               ocurre, tendré que improvisar.

                    [Pausa.]
                    El calibre 38 de Bill es mi cinturón; el paquete que he pegado en el techo
               del ascensor son mis tirantes. Mi póliza de seguro. Le he tomado una foto. Él
               lo querrá, pero ese paquete no contiene más que una barra de labios.

                    Lo he hecho lo mejor que he podido, Ralph, pero puede que no baste. Pese
               a haberlo planeado todo con detalle, cabe la posibilidad de que no salga viva
               de esto. De ser así, necesito que sepas lo mucho que ha significado para mí tu
               amistad. Si muero, y decides continuar con lo que he empezado, por favor, ten

               cuidado. Tú tienes mujer y un hijo.




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