Page 356 - La sangre manda
P. 356

—Exacto.

                    Hasta  ese  momento,  Drew  no  se  había  dado  cuenta  de  lo  mucho  que
               necesitaba ver a otro ser humano. Era como no saber lo sediento que estás
               hasta que alguien te ofrece un vaso de agua fría. Tendió la mano. Se dieron un
               apretón por encima del árbol caído.

                    —Se llama Johnny, ¿no? Johnny Colson.
                    —Casi. Jackie. Échese atrás y déjeme serrar a mí ese árbol, señor Larson.
               Con esa tronzadera tardaría todo el día.
                    Drew  se  apartó  y  observó  a  Jackie  mientras  arrancaba  su  Stihl  y

               traspasaba  el  árbol,  dejando  una  uniforme  pila  de  serrín  en  la  carretera
               salpicada de hojas y ramas. Entre los dos desplazaron a la cuneta la parte más
               pequeña.
                    —¿Cómo está el resto del camino? —preguntó Drew, jadeando un poco.

                    —No muy mal, pero hay una riera complicada. —Cerró un ojo y calibró
               el Suburban con el otro—. Con eso podría pasar, es bastante alto. Si no, yo
               podría arrastrarlo, aunque a lo mejor se le abolla un poco el escape.
                    —¿Cómo ha sabido que debía venir aquí?

                    —Su mujer tenía el número de mi padre en su antigua agenda. Ha hablado
               con  mi  madre,  y  mi  madre  me  ha  llamado  a  mí.  Su  mujer  está  un  poco
               preocupada por usted.
                    —Sí, ya me imagino. Y piensa que soy un idiota.

                    Esta vez el hijo del viejo Bill —llamémosle joven Jackie— miró con un
               ojo cerrado los altos pinos que se alzaban a un lado de la carretera sin decir
               nada.  Por  norma,  los  norteños  no  hacían  comentarios  sobre  las  situaciones
               conyugales de otras personas.

                    —Bueno, le diré qué podemos hacer —propuso Drew—. ¿Y si me sigue
               hasta la cabaña de mi padre? ¿Tiene tiempo para eso?
                    —Sí, tengo todo el día.
                    —Recogeré mis cosas, no me llevará mucho tiempo, y luego podemos ir

               en caravana hasta la tienda. No hay cobertura de móvil, pero puedo utilizar el
               teléfono público. Si la línea no se ha cortado con el temporal, claro.
                    —Descuide,  funciona.  He  llamado  a  mi  madre  desde  allí.  No  se  ha
               enterado de lo de DeWitt, supongo.

                    —Solo sé que estaba enfermo.
                    —Ya no —dijo Jackie—. Murió. —Carraspeó, escupió y miró al cielo—.
               Va a perderse un bonito día, por lo que se ve. Suba a su camioneta, señor
               Larson. Sígame hasta la casa de Patterson, a menos de un kilómetro de aquí.

               Allí puede dar la vuelta.




                                                      Página 356
   351   352   353   354   355   356   357   358   359   360   361