Page 156 - Extraña simiente
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—Entonces… me dormí. Me eché una siestecita. Salí fuera y me quedé
dormida.
Paul volvió a reír entre dientes.
—Te estás acostumbrando en serio a vivir aquí, ¿verdad? Hoy ha hecho
mucho frío, ¿te acuerdas de eso?
—No —contestó inmediatamente—. No; recuerdo haber estado muy a
gusto, muy caliente.
—Bueno, eso no está mal tampoco —dijo Paul.
Dio un paso hacia adelante y la rodeó con sus brazos. Retiró un poquito la
cabeza hacia atrás.
—¿Qué tienes aquí? —le preguntó Paul extrayendo algo de su pelo y
levantándolo un poco para que ella lo viera—. Es un cardo.
—Ay… —suspiró ella apoyando la cabeza sobre su hombro—. Paul… —
empezó a decir—. Estoy un poco asustada. Esto de no recordar nada… no es
normal, algo me tiene que estar pasando. No sé, quizá sea epilepsia o algo
parecido…, estoy asustada, Paul. Pero al mismo tiempo, estoy tan feliz, tan
satisfecha…
—Bueno, entonces no tienes que preocuparte de nada, Rae.
Simplemente… goza y ya está. ¿Qué importa si te ha fallado un poco la
memoria? ¿Qué más da? No es más que esta casa, esta tierra, todo esto
envolviéndote en su…
¡Magia!
—… magia, y nada más. Tu mente, tus emociones están haciendo un
enorme esfuerzo de adaptación y yo soy el primero en alegrarme.
Rachel no contestó.
Paul se alejó un poco de ella.
—Y ahora, ven conmigo al coche y te enseño lo que he comprado hoy en
la ciudad. De momento ya no habrá más despertares fríos; he conseguido una
de esas estufas eléctricas portátiles —espero que el generador lo resista—,
que me ha costado nada más que veintinueve dólares y noventa y cinco
centavos, estaba rebajada, y he traído además unos ocho litros de agua
embotellada que no usaremos más que para café, ¿estás de acuerdo? Y
además…
Rachel le escuchaba, primero atónita mientras él le explicaba todo lo que
había hecho ese día, y luego, mientras la llevaba fuera sin parar de hablar —
pero realmente sin parar de hablar, cosa muy extraña en él y tan agradable,
pensó Rachel— se dio cuenta de que le estaba contagiando su entusiasmo y
que, en breve, quedaría hipnotizada. Cuando terminaron de meter la estufa, el
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