Page 183 - Extraña simiente
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XXVIII
La partida: Primero de diciembre, anochecer
Rachel cerró el libro que estaba leyendo, marcando el lugar donde se
había quedado con el dedo índice. Levantó los ojos hacia Paul y le preguntó:
—¿Me has dicho algo, Paul?
Él estaba de pie delante de la ventana y había apartado la cortina.
—No —contestó inseguro.
Rachel esperó. Al cabo de un rato, Paul prosiguió:
—¿Te importaría apagar la luz un instante?
Miró a su alrededor y señaló la lámpara que había sobre el escritorio.
—¿Quieres que la apague? —preguntó ella.
—Sólo es un momento.
Rachel alargó el brazo sobre el escritorio e hizo lo que Paul le pedía.
—Gracias —dijo Paul.
Miró durante largo rato por la ventana, en silencio.
—¿Qué ves, Paul?
Paul carraspeó.
—¿Paul?
—Ya puedes volver a encender.
—¿Has visto algo, Paul?
Rachel dejó su libro en el suelo, dispuesta a levantarse.
Él le hizo una seña para que se quedara sentada.
—No, no he visto nada, no te preocupes. No era más que el reflejo de la
lámpara en el cristal.
Rachel volvió a encender la lámpara y recogió su libro.
—¿Cuánto tiempo te vas a quedar ahí de pie, Paul? Te encuentro muy
nervioso.
—¿Nervioso?
—Sí, alterado. No tienes ningún motivo.
Paul corrió la cortina y fue hasta la chimenea.
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