Page 184 - Extraña simiente
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—Perdona —replicó él.

                    Se inclinó y desdobló la rejilla.
                    —Esté empezando a hacer frío aquí; ¿qué piensas, deberíamos poner más
               leña en el fuego?
                    Y sin esperar una respuesta, cogió dos troncos que había en una pila de

               leña  a  la  izquierda  de  la  chimenea  y  los  metió  en  la  chimenea.  Estuvo
               contemplándolos hasta que prendieron y empezaron a consumirse. Sonrió.
                    —Sí, así se está mejor.
                    Volvió a la ventana.

                    Rachel le preguntó:
                    —¿Quieres que te traiga la estufa?
                    Paul creyó percibir cierto sarcasmo en su voz.
                    Suspiró.

                    —Tenía un poco de frío, no es más que eso.
                    —Has debido pasar mucho frío.
                    —Pero  ¿es  que  no  te  parece  que  aquí,  ahora  mismo,  hace  un  frío
               tremendo?

                    —Ya no.
                    —Bueno, lo siento yo…
                    —Está bien, Paul. Olvídalo. Supongo que simplemente no me había dado
               cuenta. Lo siento.

                    —¿Que no te habías dado cuenta? ¿Dado cuenta de qué?
                    Paul volvió la cabeza y se la quedó mirando; Rachel estaba confusa.
                    —Supongo que no me había dado cuenta de lo sensible que eres al frío,
               eso es todo.

                    Paul se volvió de espaldas a la ventana.
                    —Bien, pues ahora lo sabes —concluyó.
                    —Sí, ahora lo sé.
                    Y Rachel volvió a su libro.


                    2 de diciembre


                    Rachel  sostenía  la  puerta  de  rejilla  abierta  mientras  Paul  pasaba  dando
               tumbos delante de ella, cargado con un enorme montón de leña.
                    —¡Dios mío! —se quejó—. ¡Vaya nochecita que nos espera!
                    Y señalando hacia el montón de leña, añadió:

                    —Coge unos cuantos troncos. Rae.
                    Rachel dejó que la puerta se cerrara sola y agarró un par de troncos de la
               parte superior del montón. Le siguió hasta el cuarto de estar y depositaron la




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