Page 190 - Extraña simiente
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—Sí.
—Bueno, pues a lo mejor son ellos.
—Pero si eso fue hace un mes, Rae.
—Pueden ser otros cazadores.
—A lo mejor tienes razón.
Rachel se apartó de la ventana.
—Bueno, entonces —empezó a decir— estamos de acuerdo, ¿no? No son
más que unos cuantos cazadores.
Rachel volvió a sentarse en su silla.
—Unos cuantos cazadores chalados que no han encontrado nada mejor
para pasar el tiempo que helarse los traseros. Y si se hielan de verdad, pues lo
tienen bien merecido, es lo único que puedo decir.
Rachel volvió a abrir su libro.
—Y ahora, siéntate, Paul. Voy a leer Un rato más para ti.
4 de diciembre, por la tarde
Querida madre,
Esta será mi última carta antes de volver a verte. Nos marchamos dentro de dos días. Me
gustaría explicártelo todo aquí y ahora, para quitarme el peso de encima. Aunque, para ser sincera,
no me considero capaz de explicarlo nunca. No creo siquiera que algún día lo pueda comprender del
todo, así es que para explicarlo…
¿Estamos huyendo? Sí. Es una valoración bastante justa, hay que admitir. No te puedo decir
exactamente de qué huimos; Paul dice que de «fantasmas» y yo, me temo, no puedo darte ninguna
explicación concreta.
Lo importante, lo necesario para ambos, es que estamos huyendo. Esto te va a sonar
tremendamente melodramático, madre, y cuando nos veamos, me preguntarás muchas cosas, a las
que yo tendré que pedirte perdón por mi ignorancia, pero te digo que si no nos vamos ahora, no lo
podremos hacer más tarde. Estoy segura. Es una cuestión de supervivencia.
Te quiero pedir un favor. Cuando volvamos, cuando nos vuelvas a ver, por favor no nos hagas
preguntas difíciles, no nos acorrales. Ya sé que te morirás de ganas de hacerlas, y yo de
contestarlas, pero has de saber que tanto Paul como yo, tenemos muchas preguntas que
respondernos a nosotros mismos antes, mucho tiempo que recuperar y cantidad de cosas que
queremos olvidar.
Por ahora, ten la certeza de que los dos estamos bien, aunque sí un poco cansados —
emocionalmente cansados— y que, a menos que ocurra algo imprevisto, te veremos esta misma
semana.
Paul manda abrazos. Y yo todo mi amor.
Rachel.
Noche
—Sí, es una hoguera —dijo Paul—. Y se está acercando.
Rachel gritó desde la cocina:
—¿Qué dices, Paul? Tu café está casi listo.
—¡Te decía que vinieras aquí! —gritó Paul a su vez.
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