Page 199 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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M itos griegos e H istoriografía A ntigua                     213

      pues sus invasiones no eran más que el juicio divino sobre un Imperio
      ya muerto (De gubern. Dei, TV, 30).
        De cualquier modo la idea de la presencia bárbara, de la decadencia,
      de la Roma apresada, de la «translatio Imperii», está presente en toda
      la historiografía de la época, y pasaría a la Edad Media,41  época en que
      la historia se vio con ojos agustinianos y orosianos, como en el caso de
      San Isidoro y Beda, Procopio o incluso después Ibn Jaldún.



      La «ciudad» de Agustín

         La obra De Civitate Dei es la gran empresa intelectual de Agustín.
      Su redacción duró 15 años, desde 412/413 hasta 425/426; una magna et

      ardua operá11sólo superada, en cuanto al periodo de elaboración, por
      el De Trinitate. Los diez primeros libros son la defensa de los cristianos
      contra las acusaciones de los paganos y su creencia de que el politeís­
      mo había procurado el  bienestar y  el  florecimiento  del Imperium
      romanum. Agustín se dedica, con minucioso desorden, a demostrar la
      falsedad de tal aserción, viendo, al contrario, el mal de Roma en sus
      muchos dioses. La parte principal, la segunda (libros XI-XXII) es una
      larga refutación del paganismo, consistente en diseccionar lo humano
      (cívico) de lo divino (espiritual) en la Ciudad (el mundo). Esta finali­
      dad la pretende y la consigue Agustín con un plan tripartito de la obra,
      a la que somete a un esquema biológico: expone el origen, desarrollo, y
      culminación del cumplimiento del plan divino (Civ. Dei, I, praef.).
         La columna vertebral de esta obra capital agustiniana es articular el
      discurso acerca de la idea de que Dios sustituye al fatum. Dice un mo­
      derno estudio: «Les deux cités, la terrestre et la céleste, sont étendues
      au sens allégorique: cependant et on y reviendra plus loin elles sont à la
      fois des êtres de raison, des réalites mystiques et des réalites historiques»,
      dice en su libro reciente  Serge Lancel,43  añadiendo que Agustín no
      pretende ser un historiador, el gran historiador, de su tiempo, papel que


      41  M. García Pelayo, El reino de Dios, Arquetipo Político (estudio sobre las formas políticas
         de la Alta Edad Medid), Madrid 1959, 36.
      42 G.J.P.  O’Daly,  «De Civitate Dei», Augustinus-Lexikon, vol. I,  1994, cois. 969-1010. B.
         Studer, «Zum Aufbau von Augustins De civitate Dei», Mélanges T.J. van Babel, Louvain,
         II,  1990, 937-951.
      43  S. Lancel: Saint Augustin..., op. cit.  561.
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