Page 200 - MITOS GRIEGOS e historiografía antigua
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deja a Orosio, sino que utiliza la historia (antigua y pagana) como apo
yo o ilustración de una acontecer espiritual presente, en el que los acon
tecimientos, que suceden en la ciudad terrena, son únicamente parte de
un exilio o peregrinación del pueblo de Dios hacia su morada/ciudad
celeste. Cuando Agustín se ve en la necesidad de poner un nombre a
estas dos ciudades, una terrenal y otra celeste, son, respectivamente,
Babilonia y Jerusalem. Con una retórica propia de su época maniquea,
Agustín refuerza la idea de Jerusalem/bondad - Babilonia/maldad
asociándolas a personajes bíblicos arquetípicos: «Jerusalem ha comen
zado con Abel, Babilonia con Caín», dice Agustín en un escrito del año
412 (En. in Psalm. 64, 2), por tanto cuando estaba forjando la redac
ción de La Ciudad de Dios.
Esta obra de Agustín, sobre las demás, es, ante todo una defensa del
Cristianismo. La realidad creada es histórica sólo porque a la vez es
teológica.44 Para él la razón de ser de la historia es poseída sólo por
Dios, está en su mente. Pero Agustín transciende la realidad histórica,
le da un sentido en la historia del hombre y de los tiempos, esa trascen
dencia, ese más allá es la ciudad de los elegidos, la Ciudad de Dios.
Hasta Agustín el cristianismo había sido, sobre todo, vivido; con él,
ahora era también pensado.45 La filosofía de la historia de Agustín es
también una teología y una teodicea, es decir una justicia de Dios. En la
ciudad del pecado, Roma, los cristianos erigen una historia de salva
ción, de fe, que había que conquistar con grandes esfuerzos en una
época de decadencia, de intrusismo cultural y de pervivenda de creen
cias paganas muy antiguas. Así la historia se plantea como un drama,
una lucha contra el mal. El mal era sobre todo el paganismo, que po
nían freno ideológico y político (de poder) a un sector social, el cristia
no, que necesitaba mantener un status notable. Así Agustín separará a
44 H.I. Marrou, Théologie de l ’histoire, Paris 1968.
45 A. Queirolo, San Agustín, Madrid 1945; E. Prziwara, San Agustín. Trayectorias de su
genio, contextura de su espíritu, Buenos Aires 1949; M.A. Alonso, Presencia intelectual
de San Agustín, Madrid 1970. J. Ferrater Mora, Cuatro visiones de la historia universal,
San Agustín, Vico, Voltaire y Hegel. Madrid 19842, 27; J. Femando Ortega, Estudio sobre
el pensamiento de San Agustín, Madrid 1965; J.R. San Miguel, De Plotino a San Agustín,
Barcelona 1967; H.I. Marrou, Agustín y el agustinismo, Madrid, sin fecha; V. Capanaga,
San Agustín. Madrid 1968; Id. Agustín de Hipona. Maestro de la conversión cristiana,
Madrid 1976; R.H. Barrow, Introduction to St. Augustin, The city of God, 1950; J.A.
García Junceda, La cultura cristiana y San Agustín, Madrid 1986. Hoy día es indiscutible
la aportación que Agustín hace a la historia desde el punto de vista filosófico.