Page 109 - Lo Inevitable del Amor
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—No te preocupes, yo me encargo —le digo a Martín.
—No creo que sea necesario que te expongas tú a ese trago —me
recomienda.
—Yo ahora tengo que irme. Quiero que convoques a todo el mundo mañana a
las nueve de la mañana.
—¿Pero a quiénes? —pregunta, señalándome la lista—. Tienes que elegir.
—A todos. Quiero a todos los trabajadores de Puente mañana a las nueve
aquí. Que nadie vaya a ninguna obra y si hay alguien de baja le llamáis también.
Quiero a todo el mundo aquí. Mañana nos vemos.
Todos desaparecen de mi despacho, menos Eugenio, que está igual de
sorprendido que el resto.
—¿A dónde vas ahora? —me pregunta.
—Al banco. Luego te cuento.
Mi padre está en Madrid. Ha venido a vernos a todos, también a mi madre.
Especialmente a ella. Está triste, no hay más que verle. Antonio siempre ha
querido mucho a mi madre. El amor no puede medirse, es demasiado subjetivo
y ni siquiera sabemos si cada persona habla de lo mismo cuando habla de amor.
No puede medirse bajo ninguna magnitud y por tanto compararse, pero yo me
entiendo y creo que me explico si digo que Antonio quiere a Ernesta más que
Ernesta a Antonio. Siempre lo he pensado, sin que eso haya supuesto ni mérito ni
demérito para ninguno de los dos.
Mi padre, a pesar de su reducida pasión por la vida, siempre nos ha hecho
sentirnos queridas a mi madre y a mí. Al hacerme mayor, nuestros intereses
dejaron de ser los mismos, veíamos la vida de otra manera, nos interesaban
cosas muy distintas. Mejor dicho, nos interesaban las mismas cosas de manera
muy diferente. Él y yo nos distanciamos, aunque nunca ha pasado nada entre
nosotros. Es como si hubiéramos discutido pero sin discutir. Hemos quedado a
comer y mientras lo hacemos le pongo al día de las últimas novedades de mi
vida. Ya las sabe todas, porque se las cuenta mi madre. Él llama a mi madre o mi
madre a él para hablar de mí. Cuando Antonio y yo hablamos por teléfono casi
siempre hablamos de mi trabajo. Eso sí, del estudio lo sabe todo.
Me cuenta que le desespera un poco que Ernesta haya decidido no someterse
a la quimioterapia. Le intento explicar que los médicos ven imposible que mi
madre se cure, así que puede ser un sufrimiento innecesario. « Tu madre —dice
— es una mujer maravillosa» . Hay frases cargadas de amor, que parecen una
frase más, palabras que pueden pronunciarse en cualquier contexto que las haga
perder su sentido total. Esa frase que acaba de pronunciar mi padre con la voz
entrecortada, la mirada profunda clavada en la mía y los labios temblando en ese
instante justo antes de romper a llorar es una frase que resume la historia de