Page 85 - Lo Inevitable del Amor
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tarda en reaccionar. También él bebe hasta que rompe el silencio.
        —¡Joder, María!
        Y vuelve a callarse. Yo no digo nada, hasta que él vuelve a hablar.
        —No sé qué decir.
        Vuelve a beber. Acaba su cerveza y pedimos dos más.
        —No  te  preocupes  —le  digo—,  no  tienes  que  decir  nada.  Sólo  quiero  que
      estés a mi lado.
        —Eso ya sabes que siempre será así.
        Repasamos con más detalle cada una de las cosas que me pasan y que le he
      contado tan de corrido, como la sinopsis de las contraportadas de los libros. Le
      doy  detalles  de  la  enfermedad  de  mi  madre  y  de  cuánto  me  sorprende  su
      entereza.  Le  cuento  lo  mucho  que  me  preocupa  que  Carla  y  Julia  tengan
      problemas.  Por  último,  le  desvelo  el  plan  que  tenían  Óscar  y  su  amante  para
      estafarme.
        —Ellos sabían que Gene era mi padre y que me iba a dejar cuatro millones
      de euros. Y entre los dos urdieron un plan para quitármelos a través de una deuda
      ficticia.
        Eugenio pone cara de haberse perdido, algo que no tarda en reconocer.
        —No lo entiendo.
        —Es muy sencillo: yo heredo los cuatro millones y los ingreso en la cuenta
      de  Puente.  Estando  allí,  Óscar,  que  tiene  poderes  para  disponer  de  todo  en  la
      empresa, me hace creer que ese dinero irá destinado a pagar una deuda por la
      misma cantidad.
        Eugenio bebe un trago de cerveza y asiente, ya parece entenderlo.
        —Yo —continúo— creo que he empleado el dinero en pagar la deuda, pero
      como ésta no existe, él se lo queda.
        —¡Qué cabrón! ¿Pero estás segura?
        —Completamente. Tengo todas las pruebas.
        —¿Y qué vas a hacer?
        —Dejar a Óscar y cambiarlo todo.
        Llamamos al camarero y pedimos algo de comer. Son las siete, así que si
      pico algo ahora ya me vale de cena. Pido un pincho de tortilla y compartimos
      una ración de jamón. Él pide también otro pincho y media de queso.
        —Estás muy guapo.
        —Ya me lo has dicho. Gracias otra vez.
        —Me encanta el traje.
        —Sí, es nuevo. Un poco atrevido, ¿no crees?
        —Y ese pañuelo de lunares te queda muy bien.
        —Me lo han regalado.
        —¿Quién?
        —Una amiga.
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