Page 87 - Lo Inevitable del Amor
P. 87
Mi madre ha decidido no someterse al tratamiento de quimioterapia. Cuando me
lo ha dicho por teléfono, le he echado una bronca y después hemos llorado. He
intentado convencerla, porque, aunque sea un milagro, quiero que lo intente hasta
el final. Le he reprochado que no lo haga, pero la entiendo, porque posiblemente
en su lugar yo haría lo mismo: « No pienso pasar por ahí para durar tres meses
más. Yo calva debo de estar horrible» .
Según los médicos, hay más o menos un mes por delante en el que, con
calmantes para evitar dolores, tendrá facultades para poder llevar una vida casi
normal. Después de transcurridas esas cuatro o cinco semanas muy
posiblemente ya no podrá ni caminar, los dolores se harán cada vez más intensos
y no mucho después morirá. Es una espantosa carrera contrarreloj que mi
madre ha decidido vivir con normalidad. Dice que intentará cerrar algunas cosas
pendientes de su vida, pero, sobre todo, quiere disfrutar de las normales, dice. Sus
porritos de marihuana, su gin-tonic, su música y darle muchos besos a sus nietas.
Todos los que sea capaz de darles sin llorar.
Lo único que le quita el sueño es que yo solucione lo que tengo que
solucionar, que coja « el toro por las riendas» . No he dicho todavía que mi
madre los refranes y los dichos populares no los dice nunca bien. Unas veces los
cambia y otras los mezcla, el caso es que no da ni una. « Hay que coger el toro
por las riendas» , « No hay bien que de un mal no venga» , « Que cada vela se
aguante con su palo» , y así todos. Pues eso, su mayor preocupación es que yo
coja el toro por las riendas y deje mi vida ordenada. Ella y yo sabemos que se
necesita más de un mes para eso, pero « nunca es tarde que cien años dure» .
Hoy he acompañado a las niñas a su sesión con el psicólogo. He conocido a
Rosario, que es un hombre muy grande. No es que sea muy alto, que también, es
que es muy grande. No está gordo, pero es muy ancho de todo. De espaldas, de
pecho, hasta de caderas y de piernas. Creo que de perfil ocuparía lo que una
persona normal de frente. Desde luego, no tiene pinta de ser psicólogo y mucho
menos de llamarse Rosario.
Me dice que las niñas están respondiendo bien y me cuenta, por encima, lo
que ya le dijo a Óscar. Carla y Julia no tienen todavía un problema serio, pero