Page 127 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
P. 127

Por  segunda  vez  lanzaron  su  talisman  al  no. El  mago  sacó  una
      oveja y su  cordero del agua, la  anciana Sagburru  sacó  un  lobo  del
      agua. El lobo  agarró  a la  oveja y  la arrastró  a la  ancha  estepa.
         por tercera vez lanzaron su talismán al río. El mago sacó una vaca
      y su ternero  del  agua, la  anciana  Sagburru  sacó  un  león  del  agua.
      El león  agarró  a la vaca y su  ternero  y huyó  al  cañaveral.
         por cuarta vez lanzaron su talismán al río. El mago  sacó  un íbi­
      ce y  una  oveja  salvaje  del  agua, la  anciana  Sagburru  sacó  un  leo­
      pardo  del agua. EMeopardo  agarró al íbice y a la  oveja salvaje y se
      escapó  a la  montaña.
         por  quinta  vez  lanzaron  su  talismán  al  río.  El  mago  sacó  una
      pequeña  gacela  del agua, la  anciana  Sagburru  sacó  un  tigre  y  un
      león del agua. El  tigre y el león  cogieron  a la pequeña gacela y se
      escaparon  a  los  bosques.
         Visto todo  aquello, el rostro  del mago se oscureció: su mente se
      quedó  confundida. La anciana  Sagburru le  dijo:
        —Mago, quizá tienes poder mágico; pero, ¿dónde está tu poder?
      ¿Cómo  pudiste  haber  ido  a  Eresh, la  ciudad  de  Nisaba, la  ciudad
      CUyo destino  fue  decretado por An y Enlil, la  ciudad primordial, la
      amada  ciudad  de la diosa  Ninlil, a hacer tu  magia?  Has ido  sin mi
      consentimiento, conozco  tu  audacia, has  entristecido  a Eresh.
        El mago  rogó  humildemente, imploró  a la maga diciéndole:
        —Libérame,  hermana  mía,  libérame.  Déjame  volver  en  paz  a
      mi ciudad. Déjame escapar a Aratta, la montaña de los lustrosos  me.
      Déjame  propagar  tu  grandeza  por  todas  las  tierras. Déjame  cantar
      tu alabanza  en Aratta, la  montaña  de los lustrosos  me.
        La anciana Sagburru  le  respondió:
        —En el  establo y en el aprisco  ejecutaste  tu  arte, hiciste  escasas
      la crema y la leche.  Has  quitado  la  mesa  de  comer, tanto  la  de  la
      mañana  como  la  del  atardecer.  Interrumpiste  la  crema  y la  leche
      de la comida  del  atardecer  de la  gran  sede. Practicaste lo  prohibi­
      do. Tu  pecado  es  que  no  trajiste  crema  y  leche  del  establo  y  del
      aprisco. Nanna, el rey, logrará  que  el  establo y  el aprisco  den  nue­
      vamente  leche. El  nombra  el  delito, lo  castiga, pero  también  otor­
      ga la vida.


                               -   132  -
   122   123   124   125   126   127   128   129   130   131   132