Page 130 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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vez su rugido. Hizo que los bueyes salvajes, por miedo a las garras
envenenadas del águila, acudieran galopando a la base de las mon
tañas, hizo que las cabras montesas, por miedo a aquellas garras,
vinieran triscando desesperadamente a sus montañas. Era evidente
que el Pájaro del Trueno se disponía a cazar.
Lugalbanda era muy sabio y profundo, también en lo práctico.
Así que, tomando todas sus provisiones que había traído consigo,
las extendió en el suelo. A la manteca del aceite primigenio, con la
que se elaboran los dulces de los dioses, él añadió más manteca y
harina. Añadió miel a aquel dulce. Después de amasarlo todo, lo
colocó ante el polluelo, la cría del Pájaro del Trueno. Asimismo, la
alimentó con carne seca y salada, la alimentó con cordero salado y
puso pan al alcance de su pico. Hizo que la cría del Pájaro del
Trueno se tumbara en su nido; luego, le embelleció sus ojos con
khol, clavó ramitas. de cedro blanco en su pico y le puso grasa saca
da de la carne salada en su cabeza. Tras ello Lugalbanda salió del
nido del Pájaro del Trueno y lo fue a esperar en un lugar de la mon
taña en donde no crecen los cedros hashur.
Mientras tanto, el Pájaro había estado cazando. Había hundido
sus grandes y afilados dientes — al tener cabeza de león, sus dien
tes eran, lógicamente, de felino— en los bueyes salvajes de las mon
tañas. Sí, el Pájaro del Trueno había hundido sus grandes y afilados
dientes en los bueyes de las montañas. Al buey salvaje, todavía vivo,
lo cargaba en sus zarpas, al buey ya muerto lo colgaba de su cue
llo. Nada menos que diez kor de agua, vertía en su vasija de barro.
Cuando el Pájaro del Trueno, a su regreso, hubo rugido por
primera vez a su nido, ¡la cría no le respondió desde el nido! Por
segunda vez el Pájaro rugió a su nido. Y su cría tampoco dio la
menor señal. Siempre, hasta aquel momento, cuando el Pájaro rugía
a su nido, la cría respondía desde él. Ahora, cuando el Pájaro hubo
rugido, ¡su cría no le respondió desde el nido!
El Pájaro del Trueno comenzó un lamento, lamento que inclu
so llegó al cielo. Su mujer clamó desgracia, sus gritos bajaron has
ta lo más profundo. Ante la desgracia del Pájaro, que clamaba, y el
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