Page 133 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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— Al igual que el dios Shara, asistente muy querido por Inari
na, envía sus rayos, envía tú tus flechas de punta de pedernal, comí
los rayos de luna. Que una flecha de punta de pedernal, al alcarl
zar a un hombre, se convierta en un basilisco totalmente letal. Cortil
al alcanzar un pez con el hacha, que la flecha sea afilada como f¡
punta de un hacha.
Pero Lugalbanda, siendo un hombre que sería amado por súj
descendientes, no iba tras aquello. Seguía sin articular palabra, mirar|
do fijamente al Pájaro del Trueno. Este le volvió a hablar:
— Que Ninurta, el hijo de Enlil, cubra tu frente con el casco
«León de la batalla», que asegure en torno a tu pecho el protector
pectoral que no deja al pecho dar la vuelta y huir a las grandes
montañas. Cuando hayas blandido la red de guerra en la montaña!
que la red no se suelte. Si vas a una ciudad que la ciudad se pos-í
tre ante ti. j
Pero Lugalbanda, siendo un hombre que sería amado por sus des4
cendientes, no iba tras aquello. El Pájaro del Trueno volvió a hablar:
—Lugalbanda, lugares de exuberante vegetación, donde ramo
nean pingües ovejas, te darán mantequilla, lugares de exuberante
vegetación, donde pastan espléndidos bóvidos, te darán la crema
de la abundancia de las sagradas mantequerías de Dumuzi.
Pero Lugalbanda, siendo un hombre que sería amado por sus
descendientes, no iba tras aquello. Como un dulce y tímido pája
ro kip, como un pájaro kip, trinando y volando velozmente sobre
el maqal, Lugalbanda dio una respuesta a las sugerentes promesas
efectuadas por el Pájaro.
-—¡No! ¡No quiero lo que me ofreces! No quiero ni riquezas,
ni armas de asalto y de defensa, ni una vida placentera. A pesar de
que las generaciones futuras me agradecerían haber aceptado todo
ello, pues les habría facilitado abundancia, seguridad y comodidad,
yo prefiero otra cosa. Deseo volver junto a mi ejército, regresar
luego a mi ciudad. ¡No quiero permanecer en las colinas de Sabum!
El Pájaro del Trueno prestó oídos a Lugalbanda. Una vez escu
chada la petición del héroe de Uruk, el Pájaro del Trueno le dijo
al sagrado Lugalbanda:
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