Page 134 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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__Ven, mi Lugalbanda. Según el deseo de tu corazón, que así sea.
     CAI ocurrir  que  el buey  que  carga  el yugo  debe  seguir el rastro  del
     surco, dado  que el asno que trota debe tomar el camino recto, déja­
     l e   estar a  tu  lado  en  todos  los  asuntos,  déjame  decretarte  el  des­
     atino  que  llevas  en  tu  corazón,
     r .  El  sagrado  Lugalbanda le  contestó:
        — Que  el poder correr esté  en mis  lomos, que  no  me  canse  de
     .ello, que  la fuerza  esté  en  mis  pies y  que  yo, al  igual  que  un  pája­
     ro  de  poderosas  alas,  pueda  correr  velozmente.  ¡Déjame  extender

    ■-bien mis  alas y  que  las  alas  no  se  lastimen! Yendo  como  un  viento

     :de  tormenta, como  Inanna, como  la  tormenta  séptupie  de  Ishkur,
     déjame  alzarme  como  el  fuego, relucir  como  el  relámpago, déjame
     ir  con  ojos  abiertos,  déjame  poner  mi  pie  donde  están  mis  ojos,
     déjame  encontrarme  con  lo  que  tengo  más  cerca  del  corazón  y
     déjame también desatarme los zapatos  donde mi  corazón  dé cuen­
     ta  para  ello.  Déjame  descansar  cuando  tenga  ganas.  ¡Pero  haz  que
     regrese junto  a  mis  hombres!
        Tras  decirle  cuántas  ganas  tenía  de  reunirse  con sus hermanos y
     camaradas, Lugalbanda  precisó:
        -—Además,  en  el  día  que  tenga  que  entrar  en  mi  ciudad,  en
     Kullab,  un  sector  de  la  populosa  Uruk,  que  ese  día  no  sea  feliz
     para  aquél  a  quien  yo  maldije. Y  que,  aquél  con  quien  me  peleé,
     no  se  atreva  a  decir: «¡Que  venga!»  Eso  sería  una  demostración  de
     mi  fracaso.
        Dicho  aquello,  volvió  a  alabar  al  Pájaro  del Trueno  y  a  testi­
     moniarle, como  acción  de  gracias, unas  promesas.
        — Cuando  haya  creado  tus  estatuas  en  forma  de  hombre joven
     -—dijo Lugalbanda— , y no  de pájaro, y te muestres ante  gentes  que
     las  observen,  ¡que  tu  fama  se  haga  manifiesta  en  Sumer, para  que
     las  mismas  sean  situadas  en  los  templos  de  los  grandes  dioses!
        El  Pájaro  del Trueno  respondió  al  sagrado  Lugalbanda:
        — Que  el  poder  correr  esté  en  tus  lomos, que  no  te  canses  de
     ello,  ¡que  la  fuerza  esté  en  tus  alas!  Que  se  cumpla  todo  lo  que
     deseas. ¡Ah! Y  en  el día que tengas que  entrar en Kullab  que  aquél
     a  quien  maldijiste  no  lo  disfrute  y  que  aquél  con  quien  te  pe-


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