Page 132 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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>^-¡Oh Pájaro, amarillo  de  zarpa y muslo, nacido  entre las  islas!
     ¡Pájaro del Trueno, amarillo de zarpa y muslo, nacido entre las islas,
     jügando a bañarte  en los marjales! Tu  antepasado, oh Dingirhalha-
     la,  «dios  del  río  Tigris»,  dispuso  los  cielos  listos  para  tu  mano,
     colocó  la  tierra  a  tus  pies.  Cuando  tus  plumas  de  vuelo  extien­
     den una red  en lo  alto  y  abajo  se  adelantan  tus  garras  aterradoras,
     plumas  y  garras  hacen  que  los  toros  salvajes  y  las  vacas  salvajes
     de  las  montañas  se  recuesten  en  sus  guaridas  para  protegerse. En
     cuanto a tu espalda, debo  decirte que es como una auténtica tabli­
     lla  toda  inscrita;  en  lo  que  respecta  a  tus  costillas  eres  como  un
     auténtico  dios-serpiente  multicolor; por tu  profundo  corazón eres
     como  una  verde  huerta  impenetrable, que  está  ahí para ser  admi­
     rada.
        Después  de  deshacerse  en  aquellos  elogios,  Lugalbanda,  admi­
     rando  la  impresionante  figura  del  Pájaro, le justificó  el  motivo  de
     sus  atenciones  para  con  el  polluelo.
        —Pájaro Imdugud, desde ayer para salvar mi vida he llegado has­
     ta  ti,  ¡me  he  unido  a  ti! Te  pido  que  tu  esposa  sea  mi  madre,  que
     tú  seas  mi  padre.  ¡Con  gusto  haría  a  tu  cría  ser  parte  de  mis  her­
     manos!  Desde  ayer te he  estado  esperando  en un lugar de la mon­
     taña  en  el  que  no  crecen  los  cedros  hashur.  ¡Que  tu  esposa  esté  a
     mi lado  en  mi problema!  ¡Déjame  exponerte  mi problema!  ¡Déja­
     me  confiarte  mis  circunstancias!
       El Pájaro, sin ya motivar terror, se alegró por Lugalbanda.Y, apa­
     ciguado, mirándole  benévolamente, dijo  al  sagrado  Lugalbanda:
       — ¡Ven,  mi  Lugalbanda!  Como  una  barca  cargada  de  judías,
     como  una  barca  llena  de  cebada,  como  una  barca  que  ha  de  des­
     cargar manzanas, como una barca rebosante de pepinos, cubierta con
     un  toldo, como una barca procedente  de  un lugar de  cosecha, car­
     gada  de  encanto,  avanza  orgullosamente  hasta  Kullab,  construido
     de  ladrillo.
       Pero  Lugalbanda,  siendo  un  hombre  que  sería  amado  por  sus
     descendientes, no  iba  tras  aquello.
       Viendo  el  Pájaro  del Trueno  que  los presentes  ofrecidos  no  los
     deseaba  Lugalbanda, le  habló  de  esta  otra  manera:
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