Page 128 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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:  D ichas estas palabras, la anciana Sagburru, arrojó su talisman con­
     tra  el mago. Luego, lanzó  su  cadáver,  tras  haberle  cogido  su  fuerza
    vital, a las  aguas  del  Eufrates.  Después, se  volvió  a  Eresh.

       Ensuhkeshdanna,  habiendo  oíd o  aquel  hecho,  envió  a  un  h o m ­
    bre  a  Enm erkar,  diciendo:
       —Eres el amado señor de  Inanna, tú sólo  eres  glorificado. Inan­
    na, verdaderamente,  te  ha  elegido  para  su  sagrado  regazo. Tú  eres
    su  amado. Tú  eres  su  gran  señor,  del  Oeste  al  Este. Estoy  subordi­
    nado  a ti. Desde  el momento  de  la  concepción yo  no  fui  tu  igual.
    Tú  eres  el  gran  hermano. Nunca  podré  igualarte.
       En la  disputa  entre  Enmerkar y Ensuhkeshdanna, Enmerkar fue
    superior  a  Ensuhkeshdanna  ¡Que  la  diosa  Nisaba  sea  alabada!



             LUGALBANDA Y EL  PÁJARO  DEL TRUENO


       Un poema  sumerio  de  algo  más  de  400  líneas  de  extensión  — con
       pequeñas lagunas y pasajes de oscura comprensión—  se centra en la figu­
       ra del héroe Lugalbanda, que viviendo  en  un  lejano país  desea  retornar
       cuanto  antes  a su  querida  dudad  de  Uruk.  Para  ello  deberá ganarse  la
       amistad  del  temible  Pájaro  del Trueno¡  Imdugud.  El  relato  recoge  tam­
                                      ,
       bién  interesantes  referencias  históricas  centradas  en  la presentía  de  los
       semitas  martu  que  asolaban  el  centro  y  el  sur  de  Mesopotamia.  La
       ayuda  de  la  diosa  Inanna  hará posible su  expulsión.

       Lugalbanda, el  héroe  de  Uruk, caminaba por las  montañas, por
    regiones  lejanas.  Caminaba por las  colinas  Sabum. Ninguna  madre
    vivía  con  él,  ni  le  instruía,  ningún  padre  vivía  con  él, por  ello  no
    discutía las cosas con él, ningún conocido vivía con él, ningún ami­
    go  íntimo  decidía  qué  hacer.  Por  ello, ante  su  soledad,  en  su  pro­
    pio  corazón  concibió  un  plan.
       He  aquí lo  que  se  dijo  mentalmente:
       — «Cuando  Imdugud,  el  Pájaro  del Trueno,  haya  observado  sus
    propiedades, cuando  haya  abrazado  a su  mujer, cuando haya  hecho


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