Page 199 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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shuba, ¿por qué no quieres? Él comerá contigo su buena mante
quilla. ¡Protectora de reyes! ¿Por qué no quieres?
Inanna respondió a su hermano Utu:
— El pastor no se casará conmigo, no me envolverá con su man
ta tosca, su burda lana no me cubrirá. Quien se va a casar conmi
go, doncella que soy, será el labrador. El labrador que hace crecer
el lino abundantemente para mis vestidos, el labrador que hace cre
cer el grano en abundancia para mi mesa.
Dumuzi, el pastor, habiendo oído — pues no se hallaba muy
lejos— que la diosa prefería a Enkimdu, el rey controlador del
dique, del canal y del arado, enterado Dumuzi de las preferencias
de Inanna, se enfureció y se puso a hablar en voz alta:
— ¡Prefiere al labrador! Pero, el labrador, ¿qué tiene más que yo?
Prefiere a Enkimdu, el rey del dique, del canal y del arado. ¿Qué
tiene el labrador más que yo? ¿En qué es superior? Si él me diera
su harina negra, yo le daría al labrador mi oveja negra a cambio; si
él me diera su harina blanca, yo le daría mi oveja blanca a cambio;
si él me sirviera su mejor cerveza, yo le serviría mi exquisita leche
agria a cambio; si me sirviera su buena cerveza, yo le serviría mi
leche kisim a cambio; si él me sirviera su cerveza espesa, yo le ser
viría mi leche batida a cambio; si me sirviera su cerveza diluida, yo
le serviría mi leche u a cambio. Si él me diera su buena planta haha-
la, yo le daría mi leche ítirda a cambio; si él me diera su buen pan,
yo le daría mi queso de miel a cambio; si él me diera sus habichuelas,
yo le daría mis pequeños quesos a cambio. Cuando yo hubiera comi
do, cuando hubiera bebido le dejaría mi mantequilla sobrante. ¡Más
que yo! ¿Qué tiene el labrador más que yo?
Terminado su soliloquio, que había sido oído por Inanna, la reina
del cielo titubeó en su decisión. Ya no le parecía mal el desposarse con
un pastor. Incluso, miró a Dumuzi con buenos ojos. Además, la gallar
día y la juventud de aquel pastor no le desagradaron en absoluto.
Dumuzi, que en todo momento se había creído superior a su
oponente, advertido del cambio de criterio operado en Inanna, se
alegró, se regocijó frente a los pastos de la orilla del río. Por allí
iba apacentando sus ovejas.
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