Page 202 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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con  la  cabeza  golpeada. Aquí  está Amaushumgalanna  con  la  cabe­
     za  machacada.
        Un  servidor  de  Geshtinanna, viendo  a  Inanna, le  dijo:
        — Señora, he visto  en la estepa  el  rebaño  de Dumuzi, mi  señor. Y
     uno que no era su pastor, oh Inanna, volvía junto al rebaño de mi señor.
        La  diosa,  oídas  aquellas  palabras,  entonó  al  primer  intento  un
     canto  para  su joven  esposo.  Para  Dumuzi, la  santa  Inanna  entonó,
     al  primer  intento, un  canto  de  lamentación.
        — ¡Tú  que  yaces,  oh  pastor, que  descansas  en  paz!  ¡Tú,  que  no
     hace  mucho  tenías  cuidado  de  tu  rebaño,  oh  Dumuzi,  que  yaces
     muerto!  ¡Tú, que no  hace  mucho  vigilabas  tu  rebaño, Amaushum­
     galanna,  que  descansas  en  paz!  ¡Pastor  que  hasta  hace  poco  guar­
     dabas  tu  rebaño!                               9
        La  diosa  seguía  rememorando  el  oficio  de  su  esposo,  siempre
     solícito  de  su  rebaño:
        — Levantándote — gemía Inanna—  al tiempo que el dios del sol,
     Utu, tú  apacentabas  tus  ovejas.  ¡Vigilabas  tus  ovejas  incluso  acosta­
     do  durante  la  noche!


        En  aquel  tiempo,  el  hijo  de  la  anciana  diosa  Bilulu,  respetable
     matrona, que  da la abundancia, de  nombre  Girgire — un individuo
     solitario, sagaz y  lleno  de  astucia— , llenaba  su  establo  y  su  aprisco
     con  bestias  que  él  había  robado  y  apilaba  gavillas  y  cereal,  igual­
     mente  robados,  tras  haber  matado  y  dejado  a  sus  víctimas  tiradas
     en  sus  campos.
        Mientras tanto, Girgire  tenía como  compañía, pues había habla­
     do  en  ocasiones  con  él, a  Sirru, un  extraño  ser del  desierto  vento­
     so, hijo  de  nadie  y  amigo  de  ninguno.
        La  diosa,  en  aquel  día,  ¿qué  maquinó  a  la  vista  de  su  esposo
     muerto?  ¡Matar  a  la  anciana Bilulu!  Esto  es lo  que  ella  maquinó  a
     fin  de  hacerle  más  agradable  su  lugar  de  reposo  a  su  querido  y
     bienamado  Dumuzi.  Para  hacerle  más  agradable  el  reposo  de
     Dumuzi Amaushumgalanna  aquello  fue  lo  que  maquinó.
        Inanna se fue, pues, a la desolada estepa para apoderarse de Bilu­
     lu.  Su  hijo  Girgire  se  hallaba  allí,  llegado  como  huye  el  viento.



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