Page 211 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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LA  INFIDELIDAD  DE  DUMUZI


        Una canción summa, de muy oscuro significado en su últimas líneas, narra­
        ba  la  infidelidad de Dumuzi. A pesar de su  culpabilidad, pero  de acuer­
        do  con  las  costumbres  ancestrales  del país,  la  que  había  mantenido  rela­
        ciones con el dios, una esclava — la «fuente del pecado», según el anónimo
        autor—, fue  ejecutada  ante  el pueblo,  que participó  también  en  el casti­
        go,  rematando  a  la  «culpable»  con  lo  que cada  uno  tenía  a  mano.  Inan­
        na  se  venga, pero  el  recuerdo  de  su fiel  esclava,  la  atormenta. Tras  un
        vacío  textual,  la  diosa  aparece  repuesta  de  su  dolor y  decide  acudir ante
        Dumuzi, que,  tal vez, le ha pedido perdón. Al faltar texto en este extre­
        mo  se  ignora si  la  diosa  meditó  o.  no  venganza por el  ultraje sufrido.


        La  sagrada  Inanna,  enterada  un  día  del  comportamiento  de  su
     esposo, llamó  a  Ninshubur, su  heraldo, y le  dijo:
        — Heraldo,  acude  ante  el  pueblo  y  pronuncia  estas  palabras  de
     acusación  de  unos  hechos  totalmente  probados. Dile  así  a  la  gente
     de  parte  de  Inanna:  «Mi  siempre  leal  doncella, de  palabras  agrada­
     bles,  la  que  me  hacía  los  encargos,  la  de  palabras  verdaderas,  una
     que  sabe,  de  buen juicio,  señora  del  templo Akkil:  esa  chica,  esa
     esclava que hizo la cosa prohibida, esa esclava fuente del pecado, que
     hizo  la  cosa  prohibida. Esa  fuente  del  pecado, la  del  destino  oscu­
     ro,  con  cara  manchada  de  lágrimas, habiéndose  sentado  en  el  tro­
     no  sagrado, luego  se  tumbó  también  en  el lecho  sagrado. Y  llegó  a
     conocer  el  falo  del  que  estaba  allí.»
        Oída  aquella acusación, el  pueblo  se  reunió  para  ir a  presenciar
     la  ejecución  de  la  condenada.
        — ¡Venga,  vayamos  allí,  venga,  vayamos  allí,  a  la  ciudad!  ¡Vaya­
     mos  al  espectáculo!  ¡Vayamos  allí,  a  la  ciudad,  a  Kullab!  ¡Vayamos
     allí  a  Uruk, construida  de  ladrillo!  ¡Vayamos  allí, a  Zabalam,  cons­
     truida  de  ladrillo!  ¡Vayamos  allí,  a  Hursag-kalamma!  ¡A  la  ciudad,
     a  la  ciudad!  ¡A  Babilonia,  construida  de  ladrillo!  ¡Acudamos  a  la
     palabra  pronunciada  por  Inanna!
        La  esclava, la fuente  del pecado, se  había  arrojado  de  rodillas  en
     el  polvo.  Inanna  la  miró  con  su  mirada  de  muerte. La  diosa  gritó,


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