Page 212 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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emitió un ardiente grito de castigo. Luego, con el rostro lleno de
ira, la cogió por los rizos de la frente, la arrastró hasta la muralla
de la ciudad. Y a aquella fuente del pecado la arrojó al exterior
desde el plinto de la muralla.
Efectuada tal acción, Inanna, todavía enfurecida, dijo:
— Que el pastor la mate con su cayado, que el que hace elegías
la mate con su pandero, que el alfarero la mate con su jarra de
cerveza, que el guardián la mate con su daga y su maza.
Sin embargo, la venganza no solucionó el dolor por la traición.
La traición de Dumuzi le había causado infinito dolor. También a
Inanna la atormentaba el recuerdo de la confesión de su esclava.
La infeliz había querido que la diosa lo supiera todo.
Inanna decía para sí, sollozando amargamente:
— Mi esclava me lo contó todo entre lágrimas y lamentos. ¡Oja
lá mi corazón hubiera podido contener sus gemidos, su despecho!
En verdad, mi esclava me contó lo que hubo y lo que no hubo
entre ellos. Me relató punto por punto cómo Dumuzi le mostra
ba sus atenciones durantp el día para poder pasar la noche con ella.
¡Ojalá que mi corazón hubiera podido contener sus gemidos!
Sin embargo, muy pronto la diosa recuperó su orgullo. Al fin y
al cabo, ¡se trataba de una esclava! Cierto que le había sido leal en
el pasado, cumplidora de todos sus encargos, pero la realidad era la
que era y no podía ya devolverle la vida, pues la había castigado
con la muerte. Así que, apartando de su mente aquellos remordi
mientos, Inanna exclamó:
—-¡Debo alejar el dolor! ¡Yo soy la joven señora! ¡Yo soy Inan
na! Soy la que agito los cielos, la que hace temblar la tierra. Esa es
mi fama. ¡Debo mantenerla!
Tras aquellas palabras, Inanna se lavó con agua fresca, se frotó con
jabón, recuperando así su cotidiano aseo, que había descuidado
como muestras de dolor y de luto por la traición de Dumuzi y
por la muerte de su esclava.
La diosa, cuando se hubo lavado con agua de la brillante jofaina
de cobre, se hubo frotado con jabón de la reluciente jarra de piedra,
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