Page 268 - Lara Peinado, Federico - Leyendas de la antigua Mesopotamia. Dioses, héroes y seres fantásticos
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Enki  se  dirigió  a  Nintu, la  Matriz:
          — Oh  divina  Matriz  — le  dijo— ,  tú  que  determinas  los  desti­
       nos  impon  a  los  hombres  la  muerte.


          Pérdida  de  tres  líneas.  Se  aludiría  al  establecimiento  de  leyes  a fin  de
          evitar  la  superpoblación  y  con  ello  el  alboroto  que  causaba  molestias  a
          Enlil.


        .  — Aplica  a  los  hombres  una  triple  ley.  Entre  ellos,  además  de
       mujeres  fértiles  que  existan  mujeres  infecundas.  Que  entre  ellos
       reine  la  Pashittu,  la  Demonio  exterminadora,  para  arrebatar  los
       bebés  del  regazo  de  sus  madres. Establece,  de  modo  parejo, muje­
       res  consagradas:  ugbabtu,  entu  y  también  igisitu  con  la  prohibición
       expresa  de  no  poder ser  madres.


          Las  últimas  32  líneas  de  la  columna  correspondiente  al  texto  anterior'k
          están  totalmente perdidas.


          ¡A pesar del Diluvio que habíamos decidido, el hombre ha podi­
       do  sobrevivir  a  la  destrucción!
         — ¡Oh soberano  de  los grandes  dioses, yo, el  escriba, he presen­
       tado  este  combate  siguiendo  tus  instrucciones!  Este  canto  ha  sido
       escrito  en  tu  honor.  Que  los  Igigi, después  de  haberlo  oído,  exal­
       ten  tu  grandeza.  ¡Oídme, pues, cantar  el  universal  Diluvio!




                 BALADA  DE  LOS  HÉROES  DE ANTAÑO

          Las  diferentes  copias  halladas  en  Emar  (Meskene),  Sippar  y  Ugarit
         permiten aventurar que hubo  de ser muy conocida  una balada sumeria,
          que  se  estudiaba  en  las  escuelas,  y  que  alcanzó  la  etapa  babilonia,  al
         ser  traducida  al  acadio,  recordando  los  tiempos pasados  que  nunca  vol-
         verían  a  ser vividos.  El  texto,  a  modo  de  canción  de  taberna,  considera
         que  es  mucho  mejor  emborracharse  que  vivir  en  la  desesperación.  Es,
         salvando las distancias, el carpe diem mesopotámico.  Una de sus varian-


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